Nada como deshilvanar con ritmo.
Es un hábito. Todos los días en el mismo lugar. Mi lugar sagrado.
Es curioso que después de un rato se cierren los ojos y siempre--siempre--me despierte en la misma canción, algo sobresaltado.
Curioso también que el corazón se acople a ese ritmo. No muy rápido, no muy lento. Ritmo de tres cuartos. No te queda de otra mas que sonreír. Como renacer.
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