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Pasajeros


-Tú foto!
-Qué?!
-El guardia está pidiendo tu identificación porque no tiene tu foto tu tarjeta de descuento, fue lo primero que dijo ella.
-Carajo, y yo un año sin darme cuenta. Tome.
-No te preocupes, a todos nos pasa.

(El guardia se va. Sigo leyendo)

-¿Y ese libro tan raro?, pregunta ella.
-El Pequeño Tratado de Propaganda. ¿Qué tiene de raro?
-Nada, no esperaba que tú lo leyeras.
-¿Por qué? Apenas me conoces…(risas)
-Lo sé, sólo lo digo.
-¿Tú eres comunista o qué?
-Sí, y mi padre y mi madre también lo son.
-¿Ah sí? Pues no lo pareces.
-Apenas me conoces…replica. (risas)

El vagón es cálido. Tu piel roza la mía cuando nos peleamos por el brazo del asiento. Es justo la hora de la siesta. La hora de las sombras largas de la tarde. Y la candencia del tren insinúa otras cosas. Y tú lo sabes. Y yo lo sé. Y tú sabes que yo lo sé.

Pero mientras tanto hay que perder el tiempo con formalismos. Que eres maestra, que te vas a Rusia a enseñar tu lengua, que crees en el comunismo a fe ciega, que no tienes pareja, que felicidades por tu cumpleaños, que por qué te conozco hasta hoy si mañana me voy y tu también te vas, que tal vez vaya a México, que me encanta tu idioma, blah, blah, blah.

-Bueno, ya llegamos. ¿Vives muy lejos de aquí?, pregunta.
-No, aquí a la vuelta. Te ayudo. Tu maleta está enorme.
-Yo puedo sola. Mejor toma mi mochila.
….
-¿Me ayudas a subir la maleta?
-Sí.
….

Y en tu departamento está el puto de tu hermano. Y ambos lo odiamos en ese minuto.Y sabes lo que te haría y sé lo que me harías si no estuviera él. Y yo lo sé. Y tú sabes que yo lo sé. "Lástima", dices sin palabras, con una mueca, "el tiro de suerte no fue bueno. Pero la próxima, ya sabes...".

-¿Qué harás por la noche?, pregunta ella.
-Tengo una cosa. Me voy mañana. Lejos.
-Yo también. Y también me voy mañana. Lejos.
-Entonces luego nos vemos.
-Ya sabes que sí.

Tu sostén era rojo comunista.

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