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Agua. Subconsciente. Lo de adentro.

Para inspirarse a veces es bueno sumergirse en líquido. Algunos lo hacen de manera dosificada, cristal en mano. Conocen sus venenos.

En más efectivo ir al mar, entrar a una profundidad considerable y descender hasta hincarse en la arena. El oleaje es duro así que hay que engarzarse al fondo, como un molusco.

En frente no hay nada. Hay una pared de nada. Imposible abrir los ojos. Y así enfrentas a tus miedos. Estás frente a la Nada, frente al Poder absoluto, descubierto ante un ataque. Lo único que puedes hacer es sentir y escuchar. Bajo el agua cualquier sonido reverbera magnificado.

Para entrar en calor puedes hacer respiración anfibia. Treinta segundos tomando aire en la superficie. Después otros 30, o más, abajo. La cosa es entrar en ritmo. El mar es ritmo constante. No tiene caso pelear contra él.

Abajo haces planes dentro de planes dentro de planes. El principio es la etapa más delicada, hay que ajustar los niveles. A veces te enredas. El calamar lo sabe, con sus largos brazos. Aprende. El animal sólo destruye, aprende a construir.

Ayuda recitar la Letanía del Miedo:

I will not fear.
Fear is the mind-killer.
Fear is the little-death that brings total obliteration.
I will face my fear.
I will permit it to pass over me and through me.
And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path.
Where the fear has gone there will be nothing.
Only I will remain.

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