La estupidez tiene resultados cuantificables.
Como cuando tomas un poco y entra el hambre. Así que vas a la cocina, prendes la estufa y pones una salchicha sobre el sartén.
Pero como estás cansado dices “bueno, en lo que se hace voy y me cambio”.
Y te quedas dormido.
Tan dormido que sólo te despierta el olor a salchicha carbonizada, siete horas después. La estufa, claro, prendida.
¿El costo? 49 pesos y un sartén marcado.
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