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Boda de Fuego



En total, calculo que me han invitado a unas 40 bodas a lo largo de toda mi vida.

Me gustan las bodas. Son eventos diseñados especialmente para los invitados, así que realmente tienes que esforzarte para no pasártela bien en ellas.

Como todo el mundo sabe, hay dos tipos. Las que son de noche y las que son de día. Las de noche son, generalmente, más elegantes. Las de día, mucho más laxas. En las de día me han tocado taquizas, ceremonias en la playa, ceremonias en casa, y salones con motivo temático escogido por los novios, desde personajes de la película Vaselina hasta mexicanos famosos (Frida, Zapata, etc).

Las bodas de día tienen una ventaja clara sobre las de noche que tiene que ver con el alcohol. En una boda de día, hagas lo que hagas, vas a sudar todo el alcohol que ingieras. Si la boda dura 8 ochos horas y tomas una o dos copas por hora, estás bien. Puedes salir del evento como si nada hubiera pasado. En la de noche, como todo el mundo sabe que el tiempo es corto, es normal que ingieras tres o cuatro copas por hora. El objetivo ha cambiado completamente: de desearle lo mejor a los novios, pasas a rezar por tu intestino.

Para aprovechar al máximo una boda diurna, lo mejor es dividirla en cuatro partes:

1. El Rollo. Esta es la parte en donde todos llegan al lugar de la ceremonia, aún sin poder creer que estén tan temprano en este tipo de cosas. La gente va refunfuñando, los niños lloran y le pegan a sus padres, y, en general, nadie quiere estar en el templo o jardín alquilado tan temprano en el día. Aquí es normal toparse con el novio, que tiene que poner cara de idiota y recibir a todos los invitados y parecer estar absolutamente seguro de lo que está haciendo, aunque no tenga la más puta idea de la bronca que se ha ganado. La novia, desaparecida, está mentando madres con sus damas, que pasan por el siguiente ciclo para con ella en un lapso de 90 minutos o menos: mejor amiga-perra-loca-pendeja-amiga-hermana-vieja loca-paje-dama-dama de honor-amiga. Es muy mal momento para ir tras vestidores para ver cómo va la cosa, a menos que quieras ganarte un grito de furia femenina. Fuera de eso, todo tranquilo. Lo mejor que puedes hacer es sentarte en el templo, dejarte ir, y pensar que algún momento de esta reputa tarde alguien servirá algo de comer o beber.

2. La Tragadera. Aquí generalmente te sientas a comer una comida exageradamente elaborada con personas a las que no tienes la menor intención de volver a ver en tu vida. Los tiempos de la comida están diseñados para que sólo un platillo sepa mejor que todos los demás, pero esto cambia de boda a boda. Por ejemplo: en algunas el mejor platillo es el plato fuerte de, digamos, robalo a la mantequilla negra con especias tropicales. Bien. En otras, lo mejor es el pan, así que pasarás las siguientes cuatro horas de La Tragadera pidiéndole al mesero que rellene la canastita. Si los panes están rellenos de queso filadelfia, puedes considerarte un bastardo con suerte.

3. El Valle. Esta es la mejor parte de la boda de día. Es justo el momento en que todos están más o menos satisfechos con la comida, más o menos ebrios, más o menos contentos y muy parlanchines. Algunas personas se paran a bailar, pero tú no estás obligado porque aún puede haber comida en la mesa. Si no llevas pareja, es el mejor momento para acercarte con la amiga de la prima de la novia y preguntarle si viene sola y si quiere compartir contigo sus dulces algodones. Si te rechaza, no pasa nada, como es tan temprano y la gente está de tan buen humor, es fácil pasar el desliz por alto. Si de plano no hay nada que te llene el ojo, puedes escabullirte de la mesa y la plática estupidificante de porqué es taaaaaaaaan importante el nuevo trabajo del esposo de la pareja que compartió la mesa contigo. Yo lo hice hace unas semanas, en una boda de una amiga de mi hermana. En un jardín al lado de la carpa principal me senté a ver jugar a los niños. Pero estos no eran niños cualquiera: entre ellos, había una pareja de gemelas diabólicas de unos 10 años que eran las lideresas del grupo. Como era una jauría de unos 7 individuos, procedieron a echarle helado de mandarina a las fogatas colocadas en el jardín. Después, comenzaron a colocarle madera, hojas secas y más helado a las lámparas de vidrio. Después de arder por unos 10 minutos, las lámparas se rompieron y las tuve que apagar con mi vodka y agua mineral. Después, la jauría se retiró. La foto del fuego está arriba.En otra boda me fui a jugar al castillo inflable que habían puesto para la gente chiquita. Me quité los zapatos, me eché dos o tres veces por la resbaladilla para que vieran que no tenía la menor intención de interrumpir sus juegos, sino que yo podía jugar por mi propia cuenta, y me quedé dormido unos 30 minutos en la cima del castillo. Gran boda de día esa. Fue en Tequisquiapan.

4. La huída. Hacia las 10 de la noche, gran parte de la gente comienza a sentir un cansancio increíble en este tipo de eventos. A pesar de ser tempranísimo, es normal sentirse como si un tren hubiera pasado por tu espalda y se hubiera detenido para cambiar dos o tres vagones. Después de las 10, sólo quedan los etílicos y los cuates-cuates-cuates de la pareja. Si no caes en ninguno de esos dos campos, estás en problemas. Puedes intentarte unir a uno de ellos con artilugios (apurando bebidas como un hijoputa) o contando viejas historias de cómo se conocieron el novio y tú desde la prepa aunque él haya ido a una escuela del Opus y tú no creas ni en tu sombra. Cualquier persona que conozcas en esta fase de la boda será falsa. Teléfonos, mails, páginas de facebook, etc., todo es falso en este momento, gracias en buena parte a las cantidades macroeconómicas que todos han ingerido de alcohol. Si intentas irte prepárate para recibir sendas mentadas de madre de los ahí presentes, incluyendo el tío borracho que aún no cree que su sobrina favorita y más guapa se esté casando con ese maldito que ahora seguro se la está comiendo cada noche. Una táctica muy buena es hacer como si vas al baño pero en realidad ir a pedir el auto. Si llevas pareja, desde ahí le puedes llamar para que te alcance o avisarle por adelantado de la táctica que planeaste y verse 10 minutos después en el valet.

Otra es decir que vas a ver si alguien tiene cambio para darle la propina al mesero y en ese lapso, cuando nadie sabe o quiere saber qué fue de ti, fusionarte con el momento más oscuro de la noche y descansar un poco.

A fin de cuentas, eso es lo que pensabas hacer cuando te levantaste ese sábado.

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