Las primeras
líneas de una historia son las más importantes. Ahí se define todo
lo que será de la misma. Los grandes autores de la literatura lo
saben y han convertido en un arte la apertura de sus grandes obras.
De Cervantes
(“En un lugar de la Mancha, del cual no quiero acordarme...”) a
García
Márquez (“Muchos años después, frente al pelotón de
fusilamiento...”) hay cuatro siglos de separación temporal,
ninguna distancia psíquica: el inicio debe ser memorable.
Los autores de la
ciencia ficción han llevado este arte a un nivel superior. Siendo la
última de las subclasificaciones de la literatura--reconocida hasta
las primeras décadas del siglo XX—la ciencia ficción se alimenta
de todos aquellos siglos previos de depuración textual. También se
alimenta del periodismo. Esto no quiere decir que antes del siglo XX
no haya habido ciencia ficción, pero es en el siglo XX cuando la
técnica es omnipresente y vale más la pena contar cómo incide en
nosotros.
Esta lista fue
hecha a partir de una clasificación estricta de lo que es la ciencia
ficción. Sólo he colocado inicios de historias que tienen a la
ciencia, el progreso o la técnica como un elemento que hace avanzar
a la narración y que sin ella el texto mismo carecería de sentido.
Los mundos creados a partir del avance último de esta técnica,
interiores o exteriores, adquieren volumen y peso. La especulación
hacia un posible futuro funciona como catalizador de acciones o
reacciones en los que se desarrollan los protagonistas de estas
historias. El ejemplo más claro es el “Frankestein” de Shelley.
Sin la obsesión técnica del protagonista no hay argumento para
escribir; la especulación hacia un “qué pasaría” discurre a lo
largo de la novela.
¿Cómo se puede
conocer un buen inicio de una historia? El vocabulario y el ritmo que
el autor da a esas primeras líneas son esenciales, claro, pero lo
más importante es saber cómo la gente crece a lo largo de la
narración. Los párrafos de apertura son el gancho para intentar
conocer ese crecimiento. En palabras de Eric
Berne: lo que sucede es más interesante que conocer cómo se
hace algo, y conocer cómo crece algo es más interesante que conocer
lo que sucede.
Las 21 mejores entradas de la Ciencia Ficción
Dune (Frank Herbert, 1966)
A beginning is the time for taking the
most delicate care that balances are correct. This every sister of
the Bene Gesserit knows. To begin your study of the life of the
Muad’Dib, then, take care that you first place him in his time:
born in the 57th year of the Padishah Emperor, Shaddam IV. And take
the most special care that you locate Muad’Dib in his place: the
planet Arrakis. Do not be deceived by the fact that he was born on
Caladan and lived his first fifteen years there.
Arrakis, that planet known as Dune, is forever his place.
1984 (George Orwell, 1949)
Era un día luminoso y frío de abril y
los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada
en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se
deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas
de Victoria, aunque no con la rapidez suficiente para evitar que una
ráfaga polvorienta se colará con él.
El Nuevo Acelerador (H.G. Wells, 1901)
En verdad que si alguna vez un hombre
encontró una guinea buscando un alfiler ése fue mi buen amigo el
profesor Gibberne. Yo había oído hablar ya de investigadores que
sobrepasaban su objeto: pero nunca hasta el extremo que él lo ha
conseguido. Esta vez, al menos, y sin nada de exageración, Gibberne
ha hecho realmente un descubrimiento que revolucionará la vida
humana.
La Cima (George Sumner Albee, 1953)
La Infra del Dragón (Georgy Gurevich, 1958)
El círculo negro se cierne sobre las
estrellas, plato opaco de bordes turbios. Las estrellas se apagan en
una extremidad para reaparecer media hora después por la otra. En la
constelación del Pez Volador hay una estrella de más, la más
luminosa, la más bella del cielo, nuestro Sol. Pero nosotros no
miramos al Sol, no es el encaje de las setrellas lo que nos atrae.
Nuestras miradas están fijas en el círculo negro, aunque nada se
pueda distinguir en la profunda oscuridad, ni a simple vista ni con
el telescopio.
Un Mundo Feliz (Aldous Huxley, 1932)
Frankenstein (Mary W. Shelley, 1818)
El acontecimiento imaginario en que se
basa este relato es un hecho que ha sido considerado, por el Doctor
Darwin y algunos de los escritores científicos alemanes, como
pertenecientes en cierta medida al dominio de los verosímil. Ahora
bien, ni remotamente deseo que se pueda llegar a creer que me adhiero
de algún modo a tal hipótesis, y por otra parte tampoco pienso que
al fundar una narración novelesca en este hecho me haya limitado, en
tanto que escritor, a crear una sucesión de horrores pertenecientes
a la vida sobrenatural. El acontecimiento que confiere interés a
esta historia carece de las desventajas de los relatos de espectros o
encantamientos, y en cambio posee el atractivo de la novedad de las
situaciones que en el mismo se producen. Así pues, por muy imposible
que resulte este hecho desde el punto de vista físico, lo cierto es
que concede a la imaginación oportunidad de dibujar las pasiones
humanas con una mayor comprensión y un mejor dominio que los que
ofrecería el relato de cualesquiera otros acontecimientos reales
pero sencillos.
La Parra (Kit Reed, 1967)
His Master’s Voice (Stanislaw Lem, 1968)
What would happen to us if we could
truly sympathize with others, feel with them, suffer for them?
The fact that human anguish, fear, and suffering melt away with the
death of the individual, that nothing remains of the ascents, the
declines, the orgasms, and the agonies, is a praiseworthy gift of
evolution, which made us like the animals. If from of his
feelings, if thus grew the inheritance of the generations, if even a
spark could pass from man to man, the world would be full of raw,
bowel-torn howling.
La Chica de O’Grady (Leo Kelley, 1965)
Fahrenheit 451 (Ray Bradbury, 1953)
Exilio (Edmond Hamilton, 1943)
El Hombre Artificial (Horacio Quiroga, 1910)
A Sound of Thunder (Ray Bradbury, 1952)
The sign on the wall seemed to quaver
under a film of sliding warm water. Eckels felt his eyelids blink
over his stare, and the sign burned in this momentary darkness:
The Deep Range (Arthur C. Clarke, 1957)
There was a killer loose on the range.
The South Pacific air patrol had seen the great corpse staining the
sea crimson as it wallowed in the waves. Within seconds, the
intricate warning system had been alerted; from San Francisco to
Brisbane, men were moving counters and drawing range circles on the
charts. And Don Burley, still rubbing the sleep from his eyes, was
hunched over the control board of Scoutsub 5 as it dropped down to
the twenty-fathom line.
Not Final! (Isaac Asimov, 1941)
Lo Recordaremos por Usted Perfectamente (Philip K. Dick, 1966)
Despertó…y deseó Marte. Los valles,
pensó. ¿Cómo sería pasar por ellos? El sueño creció más y más
a medida que recuperaba la conciencia: el sueño y el anhelo. Casi
podía sentir la envolvente presencia del otro mundo, que sólo
habían visto los agentes del gobierno y los altos funcionarios. ¿Un
empleado cómo él? Poco probable.
Luana (Gilbert Thomas, 1966)
Después de una jornada de micología—mi
especialidad—, suelo dedicarme a la pintura o la escultura. Debo
aclarar que he terminado con las mujeres, debido a lo mucho que me
han hecho sufrir en la vida. El arte, pobre remedo de la existencia,
no siempre resulta un buen sustituto, pero no tengo más remedio que
conformarme.
La Ciudad (Ray Bradbury, 1950)
Todos ustedes, Zombies (Robert A. Heinlein, 1959)
22.17 HS. ZONA
TEMPORAL 5.7 de noviembre de 1970. Nueva York. Bar de Pop.
Yo lustraba una copa de coñac cuando entró la madre
soltera. Anoté la hora: las 22.17, zona cinco, tiempo del Este, 7 de
noviembre de 1970. Los agentes temporales siempre apuntamos la fecha
y la hora. Es una norma. La madre soltera era un hombre de
veinticinco años, no más alto que yo, de cara infantil y
temperamento quisquilloso. No me gustaba su aspecto (nunca me gustó)
pero yo había venido aquí para reclutarlo. Le obsequié mi mejor
sonrisa de mostrador. Tal vez soy demasiado severo.
No era afeminado.
Lo llamaban así porque cuando algún entrometido le preguntaba su
profesión, el hombre decía a veces:
- Soy una madre soltera. - Y si
estaba de buen humor continuaba: -A cuatro centavos por palabra.
Escribo historias confidenciales para revistas de mujeres.
El Gulu Celeste (Viktor Saparin, 1905-1970)
20,000 Leguas de Viaje Submarino (Julio Verne, 1869)
Un hecho insólito, un fenómeno no
explicado e inexplicable que sin duda nadie ha olvidado, señaló el
año de 1866. Sin hablar de los rumores que agitaron a las
poblaciones de los puertos de mar y excitaron el ánimo de la gente
tierra adentro, muy honda fue la preocupación de los hombres
dedicados a las tareas marítimas. Comerciantes, armadores, capitanes
de alto bordo, skippers y masters de Europa y de América, oficiales
de la marina de guerra de todo país, gobiernos de diversos estados
en ambos continentes, sintieron suma inquietud por semejante
acontecimiento.
En efecto, desde tiempo atrás varios
navíos se habían encontrado en alta mar con "una cosa enorme",
un objeto largo, fusiforme, a veces fosforescente, muchísimo más
voluminoso y veloz que una ballena.
Más información:
Los relatos y autores más conocidos se
pueden encontrar con facilidad en la red o en ediciones revisadas.
Los que no lo son tanto se pueden conocer en las siguientes
antologías:
- Ciencia Ficción Contemporánea.
Antología. (Ed. Bruguera, 1973, Barcelona)
- Ciencia Ficción. Antología. Selección
y Prólogo de Ricardo Bernal (Ed. Alfaguara, 2000, México)
- Lo Mejor de la Ciencia Ficción Rusa
(Ed. Bruguera, 1972, Barcelona)
Una gigantesca base de datos con
cientos de autores de ciencia ficción y sus trabajos, perteneciente a The Internet Speculative Fiction Databas, se encuentra en la dirección
http://www.isfdb.org
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