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La F1 FanZone y la proto-globalización de México



En estos jardines caminaba Maximiliano. Porfirio Díaz hacía ejercicio en ellos cada mañana. Los niños héroes—afirma el mito--hicieron algo grandioso. Pero este domingo tiene poco o nada que ver con ellos. Este domingo tiene que ver con grandes marcas, dinero, ruido y la entrada de México en el mundo globalizado.






O al menos una parte de él. Una pequeña parte que remite a las colonias Polanco, Anzures, Juárez, Condesa, Roma Norte, y San Miguel Chapultepec. Este es nuestro intento más serio para entrar al concierto de naciones, ahí donde los inversionistas invierten, los trabajadores trabajan, las fabricas fabrican y los consumidores consumen. En ese mundo la clase media es fundamental. Es el aceite que lubrica las partes que pinzan entre el gran capital y la pobreza gris y triste, aquella que no puede consumir y por lo tanto no puede participar en esta dinámica.



Esta clase media es la que hoy camina—boleto en mano--por los jardines de Carlota. Es una clase media como cualquiera y los organizadores del FanFest lo saben: su centro es la familia, su objetivo es el entretenimiento y el goce. Sus domingos son largos sin ellos. 

Tal vez no tuvieron los miles de pesos para ir al Autódromo Hermanos Rodríguez para ver en vivo el Gran Premio de México, pero sí se pudieron dar el lujo de gastar 100 pesos por boleto, otros 100 pesos por hotdog y otros 100 pesos en una cerveza para pasar el rato y ver la carrera bajo los ahuehuetes de la primera sección del Bosque de Chapultepec. Tal vez no tengan el capital suficiente para vivir en las colonias cercanas a este sitio—nuestro primer mundo capitalino--pero su aspiración es poderlo. Su identidad es algo mexicana, algo anglosajona, algo de Día de Muertos, algo de Halloween, algo católica, algo redneck. 

(Irónico: el FanFest se desarrolló en el cuadro en donde las autoridades han hecho repetidos esfuerzos para que la gente utilice menos el automóvil. El culto a la máquina y que otros caminen).

La carrera es lo de menos. Lo importante es pasar el día. Si el Checo queda en octavo o noveno qué más da. La Fórmula 1 está de regreso en México. La Ciudad de México, al menos una parte de ella, ha entrado a la globalización.  


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