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La Guerra Civil Española (1936-1939)

En este texto resumiré brevemente las principales ideas del capítulo “La Guerra Civil (1936-1939)”, autoría de Ángel Bahamonde, parte de la obra Historia de España, siglo XX, 1875-1939 (2005). En el escrito se detallan las razones y las consecuencias inmediatas del conflicto armado que inició el 17 de julio de 1936, cuando un sector del Ejército acantonado en el protectorado español de Marruecos se sublevó contra el gobierno de la República.

La rebelión militar tuvo amplio alcance y tuvo apoyo político y civil de una parte de la población. De acuerdo con Bahamonde, desde el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 el alzamiento militar había ido culminando sus preparativos, sobre todo a base de los jefes y oficiales del Ejército integrados en la Unión Militar Española (UME). Uno de los elementos políticos del alzamiento fue el sustrato fundamental de corte monárquico-corporativo, representado por el partido Renovación Española, liderado por Calvo Sotelo.

“A él se unían la Falange Española de las JONS, los carlistas y un conjunto indeterminado ideológicamente pero claramente antirrepublicano, conservador y, por lo tanto, contrario no sólo al espíritu del Frente Popular, sino a la política reformista del primer bienio republicano”. Así, en teoría, los militares no se sublevaban contra el régimen republicano, sino contra el gobierno del Frente Popular.

Entre el 18 y el 20 de julio de 1936 la sublevación se extendió por todo el territorio español, liderada por el general Mola. Desde este momento resultó crítico para los levantistas el control del Marruecos español. Lo mismo sucedió con el triángulo Pamplona-Burgos-Zaragoza. El autor opina que el levantamiento se propagó con relativa facilidad en las zonas más conservadoras del país. Galicia, Castilla la Vieja, León y Navarra pronto fueron controladas por los militares sublevados. El sur también cayó rápido, incluyendo Sevilla, la zona gaditana y los islotes de Granada y Córdoba. Pero en las zonas de mayor control obrero el movimiento fracasó.

Ahí están Barcelona (en donde los anarcosindicalistas de la CNT y una parte de la Guardia Urbana jugaron un papel fundamental ) y Madrid (defendido desde la sierra Norte). Las organizaciones políticas y obreras, más los sindicatos, que estaban a favor del Frente Popular fueron importantes en este fracaso de los alzados. En estas acciones se revive cierta tradición juntera de la historiad e España, afirma Bahamonde. Después: “El 19 de julio quedó constituido un gobierno de Frente Popular, beligerante contra el fascismo, sólo a base de los partidos republicanos, presidido por el doctor Giral, de Izquierda Republicana, catedrático de Farmacia de la Universidad Central”, sintetiza.

En este sentido cabe resaltar que la Guerra Civil se desencadenó porque los militares sublevados no consiguieron hacer efectivo su golpe en todo el territorio y, además,  porque el gobierno no pudo establecer su poder después de las elecciones del mes de febrero. El país se dividió en dos a partir de los resultados de esas votaciones: las zonas agrarias, conservadoras y de mayoría católica quedaron en poder de los militares sublevados, mientras que la España industrial, laica y progresista quedó más o menos bajo el control del frente populista, salvo ciertas excepciones (Sevilla, Zaragoza, Álava).

Con respecto a la organización de cada una de las partes en conflicto, el autor nota que en general, los alzados militares tuvieron mejor organización, pero que de ninguna manera se le puede llamar “bando” a la parte republicana. Esto se debió a que “los aparatos del Estado quedaron dislocados en la España republicana, y múltiples experiencias revolucionarias, de distinto signo, salpicaron su territorio, a lo que se añadía, en este proceso disgregador, el poder real de un variado conjunto de juntas u organizaciones de carácter local o regional que habían asumido la resistencia frente al golpe militar”.

De ahí que en gran medida la historia política de la España republicana a lo largo de la Guerra Civil se traduzca en el esfuerzo de reconstrucción del poder del Estado, que “va a encontrar su primera expresión en el gobierno constituido por Largo Caballero en septiembre de 1936 y su logro más acabado a partir de la gestión del primer gobierno presidido por el doctor Negrín, en mayo de 1937”. Las estructuras agrarias fueron afectadas por esta situación: los campesinos ocuparon las tierras de los propietarios generalmente comprometidos con el alzamiento militar. A partir de septiembre de 1936, la economía nunca pudo ser centralizada. Hubo desajustes y desequilibrios. El grupo opositor recibió apoyo económico de Alemania e Italia.

En ese mismo tema, el conflicto español tuvo diversas aristas internacionales. Es la época de  remilitarización y de expansionismo alemanes tras el cuestionamiento de Hitler de acatar el Tratado de Versalles que especificaba las condiciones de Paz después de la Primera Guerra Mundial. Los franceses y británicos trataron de aislar el movimiento en las fronteras españolas. De ahí que se crease el Comité de No Intervención, que iba a agrupar a las principales potencias de la época, salvo los Estados Unidos de América, con el compromiso, sucesivamente incumplido, de no intervenir en los asuntos españoles.

Por razones diferentes la Alemania de Hitler (interés en el subsuelo español y la frontera con Francia), la Italia de Mussolini (la posición estratégica del Mediterráneo, influencia ideológica) y la Unión Soviética de Stalin participaron en la guerra española. Portugal, cabe recordar, asistió a los militares rebeldes. La Unión Soviética tuvo intereses políticos, a través del Commintern, pero nunca apoyó a los republicanos de la misma forma que hizo Roma y Berlín, aunque cabe señalar que a través del  Commintern desfilaron un total de 40 mil voluntarios de distintos países para ayudar al campo republicano. Éstos últimos se retiraron en noviembre de 1938, finaliza Bahamonde.

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