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El Imparcial y el AntiMaderismo

El Imparcial fue el periódico más importante del porfiriato, la Revolución y el gobierno maderista. Se publicó de 1896 a 1914. En el diario se presentaron los argumentos contra el gobierno maderista y la Revolución. Los maderistas, si bien tenían ciertos rasgos compartidos con los porfiristas, no eran idénticos. El pensamiento de uno de esos grupos opositores se enmarcó en El Imparcial. Durante la Revolución, El Imparcial expuso el miedo de una parte de la sociedad como si fuera el de toda, dijeron que el Porfiriato era un pasado infinitamente superior al presente lleno de campesinos armados y se angustiaron por el presente.  Impulsaron el pánico y atacaron al maderismo. Desde la caída de Díaz (finales de mayo de 1911) hasta el cuartelazo de la Ciudadela (febrero de 1913), tuvieron cierta lógica argumental, de acuerdo con Ariel Rodríguez Kuri y su texto "El Discurso del miedo: El Imparcial y Francisco I. Madero"(1991).

El interinato de León de la Barra fue resumido por El Imparcial con la siguiente idea, según ese autor: con la victoria, el desorden. Criticaron al maderismo por su heterogeneidad social y política. Criticó los conflictos por los disidentes de Madero, como Pascual Orozco. Estaba convencido de que la paz era sinónimo de patria. Apoyó al ejército federal y criticó a las tropas irregulares maderistas, como a Emiliano Zapata (“un moderno Atila”). El ejército es el garante de la democracia, afirmaba.  Cuestionaron la valía de Madero como candidato presidencial para las elecciones de octubre de 1911. Ya con Madero, El Imparcial fue laxo con algunos políticos, pero no con los maderistas y sus tropas (“ignorantes y perversos”), por eso pidieron el exterminio de los zapatistas, los cuales compararon con un zoológico. Al contrario, defendieron la vida de Félix Díaz (sobrino de Porfirio), cuando iba a ser fusilado. También criticaron al Partido Constitucional Progresista y a la XXII Legislatura por ser un reflejo de la revolución maderista (“hombres nuevos sin preparación”). El diario también racionalizó el levantamiento de Orozco contra Madero, pero criticó el de Zapata. Publicó noticias a favor de grupos antimaderistas para ponerlos en contra del gobierno. A Madero lo tacharon de aristócrata y anodino y de no pacificar al país. El ejército, entonces, se hizo un sujeto político; su existencia debía ser mitificada. Al mismo tiempo, despedazó el mito de Madero, quien había sacado a Díaz del poder, pero no había desmontado el aparato porfirista y ya no contaba con la paz porfiriana de antaño.

El formato de El Imparcial fue novedoso para la época y se centró en asuntos metropolitanos, un poco de nota roja y cierto amarillismo con reminiscencias morales. Su estilo era frecuentemente “de oídas”, con muchas firmas anónimas, con editoriales llenas de juicios y adjetivos. A veces publicaba cartas de lectores anónimos que despotricaban contra cualquier persona.  Los científicos usaron este diario en lo inciertos meses entre mayo de 1911 y diciembre de 1912 para la cruzada antimaderista. Aglutinó la voz de reyistas y científicos, en particular después de la salida de Díaz del país, cuando el grupo se quedó sin cabeza política visible.

“Uno de los rasgos más importantes del grupo periodístico de Reyes Spíndola fue su vinculación directa—y de larga duración—con los científicos, quizá el grupo político más influyente de los últimos 20 años del porfirato. Ello tuvo consecuencias muy importantes para El Imparcial, pues su destino estivo atado al éxito o al fracaso del régimen”. Ahí se diferencia de los diarios de EEUU de índole metropolitana. Cabrera decía que era el diario del gobierno”, afirma el autor.

“El Imparcial hubo de convertirse, en la fase maderista de la Revolución, en un faro, en una guía ilustrada y comentada del antimaderismo, en un sucedáneo del inexistente partido político oligárquico. En otras palabras, en un verdadero estado mayor de la contrarrevolución”.

La prensa metropolitana es parte esencial de la ciudad moderna (desarrollada en el siglo XIX en EEUU). Esta prensa se basa en la producción industrializada (nuevas máquinas de impresión, líneas telegráficas y ferroviarias); el abaratamiento del precio de cada ejemplar y su consecuente mayor tiraje; la independencia del periódico; y una cobertura menos enfocada en el debate político ideológico y más centrada en la vida cotidiana de la gran ciudad. Por lo mismo, le dan importancia a los acontecimientos con connotaciones morales.

El primer periódico moderno de México fue El Universal (1888). Se desmarca de El Siglo XIX, El Monitor Republicano y El Diario del Hogar, que eran diarios políticos y característicos del liberalismo mexicano. Pero el primer periódico “metropolitano” fue El Imparcial. Su primer número apareció a fines de 1896 en la Ciudad de México. Su fundador fue Rafael Reyes Spíndola, quien ocho años antes fundara El Universal. Se le consideró “un científico”. Fue también parte de El Mundo, El Heraldo y El Mundo Ilustrado.  Ese mismo año salieron de la escena El Monitor Republicano y El Siglo XIX. Entre 1897 y 1910 circularon menos periódicos que de 1876 a 1896.

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