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¿Qué leían los mexicanos de mediados del siglo XIX?

En su texto “Entre la Biblioteca Universal y la Biblioteca Mexicana. Dos proyectos editoriales vistos a través de la prensa de la Ciudad de México, 1851-1853”, Othón Nava describe el ambiente cultural del Mexico de mediados del siglo XIX. El autor se concentra en una pregunta central: “¿qué debían leer los mexicanos de esta época?”. Bajo esta pregunta se auspicia la visión cultural de la élite mexicana y las implicaciones en su formación ciudadana, fuertemente influenciada por técnicas e ideas extranjeras. Los editores entraron en polémicas a causa de sus publicaciones. Unos se inclinaban del lado liberal; otros, del conservador. Estas inclinaciones estuvieron reflejadas en las “Bibliotecas”, un compendio de libros seriados y multi-temáticos que fueron vendidos a la sociedad mexicana decimonónica. Filosofía ilustrada, religión y pensadores contemporáneos provocaban la mayor división. El autor estima que el auge de las Bibliotecas se dio en 1851. Dos autores en particular se atacaron entre sí por razones políticas y comerciales, criticando ya fuera el contenido de sus Bibliotecas y sus pretendidas intenciones liberales o, del bando contrario, ideas “retrógradas”.

Por un lado, el autor describe el caso de Vicente García Torres, relacionado con el gobierno de Mariano Arista. García Torres fue un próspero impresor de la Ciudad de México y fue fundador de El Monitor Republicano (1847).  En ese diario, en 1851, anunció la publicación de la Biblioteca Mexicana Popular y Económica. Utilidad, instrucción y recreo. En total, se editaron 16 tomos entre octubre de 1851 y abril de 1853.  En esta colección también se incluyeron revistas con artículos muy variables. Sus títulos fueron: a) Colección de tratados sobre todos los conocimientos humanos. Tesoro para las clases poco acomodadas; para los agricultores, artesanos, viajeros, literatos, estudiantes, comerciantes, padres y madres de familia; b) Revista Universal. Ciencias, literatura, amenidades. Revista religiosa, política, histórica, literaria, científica, industrial, agrícola, económica, dramática, bibliográfica, judicial, médica, de bellas artes, conocimientos útiles, de viajes, descubrimientos, costumbres, biografías, música, baile, dibujo, bordado, jardinería, equitación, modas, amenidades, noticias, etc. la cual tuvo como objetivo realzar el trabajo de  autores mexicanos; y  c) Instrucción para el pueblo, diversos tratados, religión, deberes públicos y sociales, deberes privados, errores y preocupaciones, economía doméstica.  Su objetivo fue proveer a sus suscriptores con material de calidad superior a lo que se encontraba en un diario, pero que llevase menor tiempo de publicación que un libro. En esta Biblioteca también se incluía una serie titulada Escogida colección de novelas de los más célebres autores modernos, con obras de autores como Alejandro Dumas y Eugenio Sue. Aún otra se llamó Galería dramática, escogida colección de las mejores piezas del teatro extranjero y nacional, enfocada en el teatro (Manuel Bretón de los Herreros, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Juan Ruiz de Alarcón, y el mexicano Manuel Eduardo de Goroztiza). Libros de distintos contemporáneos cerraban el contenido de la Biblioteca: tales como Cosmos, o ensayo de una descripción física del mundo, de Alejandro de Humboldt y El Universo Ilustrado. Geografía animada, de Alfredo de Essarts, así como textos de Eduardo Barthe y el italiano César Cantú. En un momento, la Biblioteca llegó a ser repartida por correo ordinario, un aspecto relevante en el manejo de impresos por parte gobierno, por lo cual se acusó al editor García Torres de tener trato preferencial en el gobierno de Arista. Su imprenta fue cerrada en 1853, pues se ganó la enemistad de Antonio López de Santa Anna. En 1847, El Monitor había realizado fuertes críticas al general por su actitud durante la guerra contra Estados Unidos. 

Por otro lado estaba el impresor catalán Andrés Boix, quien, con su Biblioteca Universal económica se enfocó en textos más católicos y conservadores. Su producto se centró alrededor de textos de literatura de viajes, criminalística, novelas y obras teatrales de los autores de moda (más que nada autores españoles y franceses), Historia (Cantú) y, con énfasis especial, en material religioso: La Santa Biblia, Del catolicismo en las sociedades modernas, considerado en sus relaciones con las necesidades del siglo XIX, (François Louise Raymond), Estudios filosóficos sobre el cristianismo (Augusto Nicolás),  Cuadro poético de los sacramentos y Cuadro poético de las fiestas cristiana (ambos de Alexis de Walsh) y finalmente La Virgen. Historia de la madre de Dios (Mathieu Orsini). Tras el cierre en 1853 de la imprenta de su competidor, Boix asumió el dominio del mercado.


Así, la prensa comenzaba a asumir las libertades bajo las cuales se había fundado el país. Esto significó una prensa partisana, divida bandos opuestos, ya fuese liberales o conservadores o con inclinaciones hacia las logias escocesas y yorkinas o aún después centralistas y federalistas. El país se había fundado bajo el auspicio de la Constitución de Cádiz. La Carta de 1824 retomó en gran parte los postulados de esa primera obra que desencadenó la libertad de prensa en España y la entonces Nueva España. Después vino el texto de 1835 (Siete Leyes), de corte centralista. En cualquier caso, era una industria con fuerte competencia y claras inclinaciones políticas de las cuales tomaban ventaja las élites políticas e intelectuales. En este ambiente se luchó por la formación mental de distintos proyectos de ciudadanía. 

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