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El Fenómeno ASMR: Cuando el Tecnoestrés Crea su Propia Vacuna Digital



Abstract

En este ensayo se propone al ASMR como un agente intrínseco de la sociedad del rendimiento, aquella en donde el tecnoestrés domina sobre una gruesa capa de los habitantes citadinos. El fenómeno ASMR de YouTube se vislumbra entonces como una forma de aminorar el tecnoestrés, pues permite al trabajador encontrar un espacio de sosiego y atención plena, elementos indispensables para disfrutar este tipo de videos, generalmente largos, con una cadencia tranquilizante. A través de ellos, la mirada se revalora y el individuo experimenta texturas mediadas por su pantalla y audífonos.

Este es un trabajo de EDUARDO PORTAS realizado para “Planeación de la Comunicación en Medios Digitales”, materia del Doctorado en Comunicación y Marketing Estratégico de la Universidad Anáhuac México (Primavera 2019).

[Versión en PDF: https://www.academia.edu/39177435/El_Fenómeno_ASMR_Cuando_el_Tecnoestrés_Crea_su_Propia_Vacuna_Digital ]

Introducción

Cada vez con mayor regularidad, los habitantes de las grandes ciudades recienten los síntomas del tecnoestrés, es decir, la tensión provocada por situaciones agobiantes relacionadas con la tecnología que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos. Sin embargo, siguiendo la línea de pensamiento establecida por el filósofo coreano Byung-Chul Han en sus obras La Sociedad del Cansancio (2012) y En el Enjambre (2014), el mismo sistema que detonó el tecnoestrés ha creado al menos una solución para tratar de reducirlo con el florecimiento de videos catalogados ASMR, un acrónimo que podría traducirse al español como Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma. 

Dichos productos se encuentran ampliamente difundidos en YouTube y su consumo aumenta. En ellos, se puede observar a una persona, generalmente una mujer joven, susurrar frente a la cámara o realizar movimientos que buscan tranquilizar al observador. El ASMR establece de forma abierta que su objetivo principal es tranquilizar a las personas que observan o escuchan con atención este tipo de videos. Dicha sensación se define como una “combinación de sentimientos positivos, relajación y una particular sensación de cosquilleo en la piel, tipo estática” (Barrat y Davis, 2015, p.11).

Como hipótesis de este ensayo, se mantendrá que los videos ASMR son una respuesta que el mismo sistema ha creado para vacunarse en contra de las demandas físicas y mentales que se le exigen al individuo de alto rendimiento, concepto que Han ha profundizado en La Sociedad del Cansancio

De esta forma, consumir un video de ASMR por 20 minutos es un entre-tiempo, un espacio de atención plena que revitaliza la psique de la persona porque obliga enfocar su conciencia en un espacio-tiempo distintos al del trabajo y la eficiencia, los cuales agotan al trabajador digital promedio sin haber realizado una actividad física vigorosa o satisfactoria. El éxito de los videos ASMR incluye otro componente que toca el filósofo coreano en la obra En el Enjambre: los videos que producen mayor efecto relajante en la audiencia son aquellos en donde la presentadora ve directamente a la cámara, eliminando la «asimetría digital» del ciberespacio.

Este ensayo explica el éxito de los videos ASMR a la luz de las dos obras de Byung-Chul Han mencionadas anteriormente. De la misma forma, analizará el fenómeno desde el punto de vista de otros dos autores especializados en entornos mediáticos.

Los Videos ASMR como Respuesta Inmunológica al Tecnoestrés
El fenómeno digital ASMR lleva poco tiempo como objeto de estudio académico. Apenas en 2013 comenzaron a surgir las primeras investigaciones de instituciones públicas y privadas, las cuales suman una veintena a la redacción de este ensayo. La gran mayoría de esos artículos científicos se inclinan por un análisis sicológico o neurocientífico. Solo algunos, de índole más especulativa, abordan el ASMR desde el punto de vista mediático-social, como Gallagher (2016) y Waldron (2017), los cuales se tocarán posteriormente.

Aunque es difícil conocer cuántos videos ASMR se encuentran en YouTube, se estima que existen al menos 13 millones de estos contenidos en esa plataforma (Manchester Metropolitan University, 2018). El gran despegue se dio a partir del 2014, fecha en el que diversos medios masivos estadounidenses como The New York Times y The Washington Post le dedicaron amplios reportajes tanto en sus versiones digitales como impresas: A Whisper, Then Tingles, Then 87 Million YouTube Views: Meet the Star of ASMR, en el caso del primero, y Rustle, Tingle, Relax: The Compelling World of A.S.M.R., en el diario neoyorkino. 

El ímpetu del fenómeno ha coincidido con la creciente digitalización de una multitud de aristas del individuo promedio, desde pagos bancarios hasta la búsqueda de parejas sentimentales, sin olvidar la estampida institucional hacia el ciberespacio que permanece invisible para las personas y muestra su cara más inhumana cuando la misma debe enfrentarse a un sistema sin rostro.

En su obra Videocracy. How YouTube Is Changing the World . . . with Double Rainbows, Singing Foxes, and Other Trends We Can’t Stop Watching (2018), Alloca afirma que el fenómeno ASMR es algo que solo se puede entender cuando se comprende a la plataforma YouTube. En ésta, enfatiza el autor, el usuario puede seleccionar contenidos que previamente hubieran sido imposibles de visualizar por medios tradicionales electrónicos, pues la estructura de éstos se basa en un orden vertical de transmisión. 

La posición de Alloca es relevante porque redactó su texto siendo jefe de contenidos y tendencias de YouTube. Esa posición privilegiada le permite acceder a diversos insights que solo serían especulatorios para otros autores. Al referirse al éxito del ASMR, sin embargo, Alloca acepta que hay un componente humano difícil de explicar y de entender. De entrada, menciona que lo importante no es lo que se dice en los videos, sino cómo se dice (p. 191). 

De acuerdo con sus datos, el término ASMR se definió en el 2010 y comenzó a entrar a la esfera pública en 2011. A su vez, refiere que el fenómeno es una especie de continuación de algo que se llama Slow TV, una serie de ejercicios efectuados, por ejemplo, por una estación de televisión en Estados Unidos («Yule Log», WPIX de Nueva York) y otra en Noruega (NRK). 

En el primer caso se transmitió una chimenea entre las 21:30 y las 00:30 horas de la Nochebuena de 1966. En el segundo, en el 2011 se transmitieron 134 horas continuas de un viaje en barco en la costa de Noruega. Si bien ambos ejercicios hicieron perder dinero a las televisoras, Alloca los relaciona con el fenómeno del ASMR en YouTube, pues los dos producen una sensación de satisfacción en aquel que los observa.

Un contenido simplista de audio y video puede despertar reacciones complejas dentro de nosotros, satisfaciendo una necesidad que tal vez no podemos expresar claramente. Y puesto que estas experiencias son tan personales (o inusuales), rara vez hablamos de ellas. Su existencia es hecha saber, en gran parte, a través de medios no tradicionales: un foro de mensajes, un clic equivocado, una búsqueda ambigua, o una mención casual a un amigo. Frecuentemente están diseñadas para ser descubiertas y comprendidas solo por las personas que las están buscando.- Alloca, 2018, p. 197.

Esa sensación satisfactoria para el observador existe en otros géneros de videos en YouTube, añade, no solo en el ASMR. Tal es el caso de los videos en donde se abren cajas de juguetes nuevos, videos what if, o aquellos videos en donde un proceso se repite una y otra vez de forma exitosa, por más mundano que este sea (una esponja reabsorbiendo agua, por mencionar un género muy popular). 

Ambos acceden a una parte de ser humano que busca el orden (p. 202), de ahí que en internet se conozcan bajo la categoría de oddly satisfyng. Más aún, en ambos hay un aspecto de misterio que solo se explica por la curiosidad innata que tiene los seres humanos para resolverlo, aún cuando el resultado pase a segundo plano: «el misterio es más importante que el conocimiento» porque se echa a andar nuestra imaginación, refiere el productor y director JJ Abrams (Alloca, 2018, p. 201). Esta sensación de expectativa o expectancy es primordial cuando se da clic en un video, pues también entretiene a los usuarios:

Se internaliza una sensación de alivio […] El porqué no importa. En YouTube, en donde cualquier persona puede subir casi lo que sea, géneros completos de canales exitosos pueden existir sin que alguien entienda la mecánica de por qué existen. Lo más importante es lo que, literalmente, está sucediendo dentro de nuestros recovecos cerebrales en donde experimentamos esta estimulación sicológica y neurológica.- Alloca, 2018, pp. 204-205.
En cualquier caso, concluye Alloca, YouTube ha permitido que nuestros deseos conscientes e inconscientes florezcan, aquellos que no puede explicarse o justificarse en un contexto mediático tradicional. Todos, argumenta, son una nueva clase de entretenimiento «que apela a nuestras sensaciones y motivaciones que siempre han existido pero nunca habían sido explorados» (p. 220). En pocas palabras, agrega, YouTube parece estarse convirtiendo en una máquina agregadora de videos que conoce mejor nuestras estructuras sicológicas y neuroquímicas para ofrecernos, en el fondo, un entretenimiento más gratificante (p. 220).

El volumen de vistas acumuladas de este tipo de videos indica que una audiencia muy real, confiable, se junta cuando la gente crea estas experiencias sensoriales y cognitivas precisas pero no convencionales. Para losviewers, YouTube es un espacio libre de juicios y reglas morales y nos permite explorar nuestras excentricidades, y, en el camino, descubrir que no somos tan idiosincrásicos como creíamos serlo. (p. 221)
¿Debe sorprendernos, entonces, el éxito del ASMR cuando por un lado aumenta el tecnoestrés y por el otro la ubicuidad temática de YouTube? Aquí, el sujeto de rendimiento de La Sociedad del Cansancio puede tener un entre-tiempo que le atañe solo a él, a sus gustos, a sus inclinaciones. Con el ASMR debe poner atención para obtener esa sensación relajante de cosquilleo que define a estos videos, y, en el mejor de los casos, utilizar audífonos. 

La combinación de atención plena y salida voluntaria del mundo del trabajo por medio de una plataforma que se encuentra en el mismo sitio que en donde trabaja no deja de ser una ironía: el sistema crea su propia vacuna. Retomando la analogía de Byung-Chul Han, si bien el siglo XX fue el de retórica de lo interno contra los ataques externos, por ejemplo, en el caso del capitalismo contra el comunismo, el XXI es aquel de los virus y lo inmunológico. Es decir, un virus solo puede vivir cuando existe un sistema que permite alojarlo. Sin ello, el virus muere. 

Pero el mismo sistema puede crear defensas y volverse autoinmune. En la sociedad del rendimiento, el virus es todo aquello que busca detener el avance de la productividad, pero al mismo tiempo deja vivir siempre y cuando el sistema lo aguante. En el caso de los videos ASMR, el sistema no solo los resiste, sino que han proliferado como pocos virus digitales se han conocido. Son la respuesta que el mismo sistema de rendimiento busca para mantener su estabilidad, so expensa de auto-aniquilarse, consumirse en su propia osadía y desenfrenada búsqueda de aquello que proporcione mayor utilidad y ganancia monetaria.

Si bien el sujeto de alto rendimiento del cual habla Byung-Chul Han vive coaccionado y exhausto, esa auto-explotación encuentra alivio cuando consume videos ASMR. El simple acto de visualizar uno de estos productos rompe con el círculo de multi-taskingy sobre-abundancia de positividad. Son un «no» frente a la productividad que exigen las relaciones laborales que derivan, inevitablemente, en enfermedades mentales y físicas ligadas al tecnoestrés. 

Para que uno de estos videos surta efecto, idealmente, la persona debe realizar los siguientes pasos: 
  1. Cerrar todas las pestañas de su navegador de internet salvo la de YouTube (en la era del multi-tasking es común que los trabajadores mantengan abiertas múltiples pestañas en su navegador. Como mínimo el correo institucional, el sistema en el cual trabaja el empleado, así como una ventana ligada a una red social). 
  2. Desactivar, en su caso, cualquier notificación en su computadora. 
  3. Mantener alejado su teléfono celular. 
  4. Consumir el video con audífonos para obtener el máximo grado de cosquilleo, lo que resulta, a la postre, en una sensación de relajación similar a la meditación. 
  5. Enfocar la atención en la mirada de la persona que aparece en el video. 
  6. En su caso, escuchar con atención el relato de la persona que aparece en el video. Este punto es relevante porque en algunos videos ASMR no se ve persona alguna, sino que el encuadre se enfoca en las manos de la misma. En este segundo tipo de videos no hay un relato per se, sino un golpeteo constante, pero tranquilo, sobre algún material que produce un sonido agradable, como la madera o la piel. En todo caso, en los videos y canales más exitosos de ASMR se puede identificar a una persona con claridad. 
  7.  Visualizar la totalidad del video. Debe notarse que la mayoría de los videos ASMR superan los 10 minutos de duración, llegando algunos hasta los 60 minutos. 8) Si se desea, se puede dejar un comentario en la sección dedicada a ello, o bien participar en una comunidad específica en donde dicho comentario será valorado, tal como foro de Reddit dedicado al ASMR.
Los pasos enumerados anteriormente se acercan a la «atención profunda y contemplativa» que detalla Byung-Chul Han en La Sociedad del Cansancio y se oponen de lleno a la hiperatención, sobre la que precisa (p. 35):

Esta atención dispersa se caracteriza por un acelerado cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos […] tampoco admite el cansancio profundo que sería de cierta importancia para un proceso creativo […] La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo ya existente. Benjamin lamenta que estos nidos del tiempo y el sosiego del pájaro de sueño desaparezcan progresivamente. Ya no se ‘teje ni se hila’.
El ASMR se vislumbra, entonces, como ese momento de sosiego que el ser humano ha buscado en diversas etapas de su historia porque su corporalidad así lo determina, tal como se ve en el mindfulnessdel budismo zen o el acercamiento a la totalidad divina de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. Imposible replicar a una computadora para satisfacer a la sociedad del desempeño, la cual, desde sus mismas entrañas digitales faculta el éxito del ASMR a través de miles de minutos «desperdiciados» todos los días por aquellos que los visualizan. 

En esta subcategoría de YouTube la velocidad pasa a segundo plano y domina aquellos que da placer al sistema simpático y parasimpático, el cálido cosquilleo que parte del cuello y baja hacia las extremidades. Es el freno al «exceso de positividad», lo cartesiano, que critica el filósofo (p. 36):

Sin la relajación se pierde el ‘don de la escucha’ y la ‘comunidad que escucha’ desaparece. A esta se le opone diametralmente nuestra comunidad activa. ‘El don de la escucha’ se basa justo en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual al ego hiperactivo ya no tiene acceso.

Más aún, ¿cómo explicar un video de 28 minutos, sin cortes, con un encuadre que solo permite ver el movimiento de manos, en donde el artista estadounidense David Bull explica la técnica de tallado de madera que usaba Ito Susumu, uno de los grandes maestros de la pintura Ukiyo-e? Lo reflexiona mejor Byung-Chul Han (pp. 37-38):

Justo lo flotante, lo poco llamativo y lo volátil se revelan solo ante una atención profunda y contemplativa. Asimismo, el acceso a lo lato y lo lento queda sujeto al sosiego contemplativo. Las formas o los estados de duración se sustraen de la hiperactividad […] Durante el estado contemplativo, se sale en cierto modo de sí mismo y se sumerge en las cosas.
Es el desasosiego lo que el escritor coreano, retomando a Nietzsche, vincula con la barbarie. O, cuando cuestiona a Hannah Arendt, observa que «el animal laborans tardomoderno es, en sentido estricto, todo menos animalizado. Es hiperactivo e hiperneurótico» (p. 45). Después escribe que la sociedad del rendimiento es todo menos libre, pues el trabajador moderno es tanto amo como esclavo, simplemente no sabe decir que no a las exigencias de la vida laboral: «En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. 

Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Así, uno explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio» (p. 46). Pero al menos por un tiempo, el ASMR libera al trabajador de ese hastío. Durante su consumo, la mirada se enfoca en un objeto único de atención. Sobre este mismo tema el filósofo coreano ha escrito bastante. 

La mirada es algo que, por razones fisiológicas, determina la atención del ser humano, haciendo difícil separarla de la conciencia. De nuevo evoca a Nietzsche al detallar su importancia: «Este aprender a mirar constituye la ‘primera enseñanza preliminar para la espiritualidad’» (p. 53).

Una de la razones por las que el ASMR ha trascendido como fenómeno cultural perdurable es su extrema capacidad para acoplarse a las necesidades del individuo. Existe una enorme cantidad de variaciones, hábitos de consumo y manifestación de sensaciones placenteras documentadas por diversos grupos. 

Un buen número de personas lo utiliza para dormir, a juzgar de los cientos de comentarios colocados en muchos videos ASMR especializados en la conciliación de sueño. En otros, el objetivo es hacer entrar a la persona en las regiones más profundas de la meditación, ese estado en donde se olvidan las preocupaciones materiales o inmediatas, las cuales frecuentemente van ligadas al performanceen el trabajo o las solicitudes de la vida moderna. 

Por el contrario, con el ASMR se ralentiza el estado del tiempo, se rebalancea el sistema simpático sin la utilización de fármacos, otro tema que preocupa al filósofo (p. 72):

La mera prohibición [de los fármacos] no impide la tendencia de que ahora no solo el cuerpo, sino el ser humano en su conjunto se convierta en una «máquina de rendimiento», cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento. El dopaje solo es una consecuencia de este desarrollo, en el que la vitalidad misma, un fenómeno, altamente complejo, se reduce a la mera función y al rendimiento vitales.
Así, el «cansancio a solas» del cual habla parece difuminarse con el consumo continuo y planificado del ASMR. Parece ser la cura para el «infarto del alma» que conlleva la sociedad del rendimiento, de la violencia que resulta de destruir a la comunidad. 

Con él, el hombre se acerca al sosiego natural que anteriormente sentían los peregrinos o aquellas personas que dedican su energía al otro, como los misioneros. Ante la falta de ese «cansancio fundamental» que deja «surgir al espíritu», el ASMR es una pequeña isla en un mar de agitación alrededor del trabajador moderno, cada vez más desprendido del contacto humano por la penetración de lo digital en cada rincón de su existencia.

El mismo Byung-Chul Han ha profundizado en las consecuencias de estos cambios con la obra En el Enjambre, en donde cuestiona a la sociedad neoliberal del capitalismo globalizado, conectado permanentemente a la red. Aquí las imágenes digitales han perdido su valor y se han mecanizado para ser «óptimas». 

Los nuevos gadgets «traen una nueva coacción, una nueva esclavitud. Nos explotan de manera más eficiente por cuanto, en virtud de su movilidad, transforman todo lugar en un puesto de trabajo y todo tiempo en un tiempo de trabajo» (p. 41). Con su uso continuo se elimina el «carácter táctil y corporal de la comunicación», la comunicación cara a cara (p. 28). 

Ante esto, el ASMR parece ser una solución, aunque parcial. Los videos en donde la presentadora observa la cámara fijamente al hablar son sumamente populares, esa «pobreza digital» que critica el autor con respecto a la mirada parece aminorarse, pues “el medio digital nos aleja cada vez más del otro” (p. 31), aleja el encuentro de ojos, y además “la intencionalidad de la exposición destruye toda interioridad, aquella reserva que constituye la mirada” (p. 32).

Por su parte, Gallagher (2016) ha profundizado en la conexión digital entre ASMR y los sentidos. Según este autor, el fenómeno está ligado a escenas de intimidad y requiere atención y concentración para consumirse, pues «[destacan] los pequeños detalles de un proceso y la fascinación con las propiedad texturales y acústicas de diferentes sustancias y materiales», explica en su ensayo Eliciting Euphoria Online: The Aesthetics of «ASMR» Video Culture (p. 2). 

El autor liga el consumo del ASMR «con un patrón de pulsaciones habituadas que nos permiten conllevar el día a día» (p. 4). Pero además, el aumento del consumo de videos ASMR subraya la importancia del uso cada vez mayor de dispositivos que se usan con el fin de de consumir contenidos mediáticos de automedicamiento, lo que crea «’burbujas’ de placer, consuelo, concentración o pertenencia adentro de espacios que de otra forma podrían sentirse como sobrepobladamente opresivos or desconcertantemente vacíos» (p. 4). 

No debe sorprender el ascenso del ASMR, opina, pues «vivimos en una era de austeridad y volatilizad política, en donde se ha dado un giro a cultura post-Fordista de trabajo precario y la dominación de políticas de bienestar neoliberales orientadas a la ‘responsabilización’ individual de ciudadanos en sustitución de programas estatales de salud, con lo que se ha cultivado la incertidumbre y el estrés» (p. 8). La voz de los ASMRtiststiene textura, sigue el autor, «lo que se encuentra en la frontera del sonido con significado, en donde el escuchar se mezcla con lo táctil, en donde los cuerpos mediados tocan el nuestro a través de golfo espacio-temporales» (p. 9).

Una posición muy distinta toma Waldron (2017), que analiza el ASMR desde el punto de vista de la mujer. Así, el ASMR como una nueva forma de sexualidad que se revela en un proceso de intimidad mediada a través de la infraestructura tecnológica aceptada por el mainstream. Para esta autora, el ASMR es una práctica sexual que debe comprenderse más allá de lo genital. En dicha práctica, el ASMRtist, el observador-escucha del video y la tecnología digital entablan una relación sexual, afirma, frecuentemente más allá del paradigma dominante Occidental. 

En su ensayo, la autora subraya que la comunidad que se ha formado alrededor del ASMR niega rotundamente cualquier relación entre sexualidad y el fenómeno, encuadrándolo en el «terreno positivo del contenido terapéutico» para lo cual han «implementado una estrategia para legitimar la sensualidad de los videos ASMR a través del discurso médico» (s/p). Además, «se ha perpetuado la ideología de que ambos deben ser dos modalidades mutuamente exclusivas de placer», continúa. 

Las mujeres que se dedican al ASMR realizan unperformanceen cada video, dice Waldron, siguiendo la línea de Butler (1993). El performance es repetitivo y «citacional», es decir, que refiere a a una noción de lo que debe cumplir cada género. «Dadas sus elaboradas construcciones de género y placer, los videos ASMR pueden ser analizados como poderosos espacios para estudiar la ‘performatividad’ femenina» (s/p). 

El tacto, por tanto, es real: «la mediación de la grabación digital permite que las vibraciones [de la voz del ASMRtist] penetren, literalmente», los oídos y el cuerpo. En conclusión: «Los videos ASMR ejemplifican el hecho de que existen placeres alternativos en estas intimidades de procuración [caring intimacies], y ofrecen una salida a las personas para disfrutar dichas intimidades a partir de lo que se considera apropiado para el mainstream».

Consideraciones finales

El ASMR es un producto intrínseco de la sociedad del desempeño, el cual ha creado su propio agente inmunológico con este género de videos, ampliamente disponibles en YouTube, para que millones de personas alrededor del mundo consigan un espacio de sosiego y permitan rebalancear su propia corporalidad, lo que salva al sistema del capitalismo digital de su propia auto-aniquilación. 

Al hacer esto, reconectan la atención plena del individuo, pero crean ineficiencias en el sistema, pues cuando las personas consumen ASMR con la intención de tranquilizarse dejan de lado la persecución de métricas y objetivos utilitarios propios del capitalismo del desempeño y la positividad permanente. 

De esta forma, la voz de aquella persona que mantiene un canal en YouTube dedicado al ASMR ofrece una textura difícil de replicar en otros medios, algo que parece ser sumamente necesario para millones de personas que acuden a estos videos todos los días para relajarse o conciliar el sueño. En este sentido, las mujeres llevan la delantera como las principales proponentes del ASMR, dadas las condiciones culturas de Occidente que las ligan con papeles de procuración y cuidado del otro.

El ASMR parece ser parte del pacto fáustico descrito por Neil Postman en una entrevista televisiva transmitida en 1995: «Una nueva tecnología, [el ciberespacio] o cualquier otra, es una especie de pacto fáustico [Faustian bargain]. Siempre nos da algo importante, pero siempre se lleva algo importante». 

Bajo esa lógica, los intereses comerciales e industriales por aprovechar la red para aumentar su productividad se han topado con una nueva forma en que los trabajadores pueden disminuir su tecnoestrés de forma accesible desde YouTube, lejos de los fármacos, es decir, gracias a uno de los núcleos de contenido más potentes del mismo sistema. 

Los videos ASMR son, para seguir con Postman, una búsqueda de la co-presencia humana que ha eliminado el internet y, al mismo tiempo, un regreso al uso más honesto de las tecnologías digitales.

Bibliografía

Alloca, K. (2018). Videocracy. How YouTube Is Changing the World . . . with Double Rainbows, Singing Foxes, and Other Trends We Can’t Stop Watching. EEUU: Bloomsbury USA.

Barrat, E. & Davis, N. (2015). Autonomous Sensory Meridian Response (ASMR): a Flow-Like Mental State. PeerJ, 3:e851, 1-17. DOI 10.7717/peerj.851

Gallagher, R. (2016). Eliciting Euphoria Online: The Aesthetics of «ASMR» Video Culture. Film Critic, 40 (2), s/p. DOI: http://dx.doi.org/10.3998/fc.13761232.0040.202

Han, B. (2012). La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder.

——–. (2014). En el Enjambre. Barcelona: Herder.

Manchester Metropolitan University. (26 de junio del 2018). Brain Tingling Sensation ‘ASMR’ May Benefit Health. News and Events. Sitio oficial de la Manchester Metropolitan University, revisado el 20 de marzo del 2019 en https://www2.mmu.ac.uk/news-and-events/news/story/index.php?id=8063

Postman, N. (1995). Neil Postman on Cyberspace. The MacNeil/Lehrer NewsHour (PBS). Revisado en YouTube el 15 de abril del 2019 en https://www.youtube.com/watch?v=49rcVQ1vFAY

Waldron. E. (2017). “This FEELS SO REAL!” Sense and Sexuality in ASMR videos. First Monday, 22 (1), s/p. DOI: https://doi.org/10.5210/fm.v22i1.7282

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