El texto “Neurociencias” (s/f), firmado por la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), define diversos aspectos de esa ciencia, la cual adquiere cada día mayor importancia social. El escrito se divide en tres secciones principales: definición del término, bases epistemológicas y bases empíricas. Al final del mismo se da una larga lista de referencias.
En general, la línea del documento es científica. No existe un argumento central que la UPB quiera remarcar sobre los demás, más allá de la panorámica general de las Neurociencias, lo cual se verá a continuación.
Conceptos más relevantes
El texto comienza definiendo lo que son las Neurociencias, término que, de acuerdo con la UPB, es de reciente creación, pues ahí se integran diversas áreas de “investigación científica y de las ciencias clínicas para la comprensión del funcionamiento del sistema nervioso (Rocha-Miranda, 2001)”, afirma el documento. (s/p)
Después agrega: “Las Neurociencias cobijan un área del conocimiento que se encarga del estudio del Sistema Nervioso desde el funcionamiento neuronal hasta el comportamiento”. (s/p) El texto resume el objetivo de estas ciencias de la siguiente manera:
El propósito principal de las Neurociencias es entender cómo el encéfalo produce la marcada individualidad de la acción humana. Es aportar explicaciones de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están incluidas por el medio ambiente, incluyendo la conducta de otros individuos [Kandell, Schwartz & Jessell, 1997]. (s/p)
La Neurociencia es, entonces, algo interdisciplinar que requiere de una comprensión holística para entender su utilidad. Ahí participan expertos en áreas físicas, clínicas y poblaciones para efectuar distintos abordajes, señala el texto, desde como envejecimiento y muerte neuronal hasta funciones mentales superiores, como memoria y aprendizaje, cognición, emociones, lenguaje, estados de conciencia, afirma el texto.
Bases epistemológicas. En la siguiente sección, el texto resume la historia científica de la Neurociencias, es decir, cómo se formó el conocimiento de dicha área. Citando a Kandell (1997), el texto de la UPB afirma que en la antigüedad el cerebro no era objeto de estudio y aún no se conocía como “genitor de la conducta humana”, sino que más bien que se consideraba que “la mente residía en los espacios ventriculares del cerebro”.
Dicha teoría se inició en el siglo 4 d.C., sigue el texto, cuando la Iglesia Católica incorporó lo dicho por el romano Galeno (130-200 d.C.). En ese tenor,
Las funciones cerebrales fueron atribuidas a los ventrículos cerebrales y en todas las versiones de esta doctrina se consideró un esquema básico de distribución de las funciones mentales en tres etapas sucesivas correspondientes a las tres “células” ventriculares [anterior, mediana y posterior]. (s/p)
La primera de las células colecta de impresiones del ambiente (las sensaciones); la segunda, el procesamiento de las impresiones en imaginación o pensamiento; y la tercera, su almacenamiento en la memoria, afirma el texto de la UPB.
Tal fue la influencia de Galeno que hasta el siglo XVIII, antes de que se inventara el microscopio, “se creía que el tejido nervioso tenía una función glandular”, retoma la UPB a partir de lo dicho por Herculano-Houzel (2004). En el siglo XIX nació la Biología y Darwin publicó su trabajo “Sobre el origen de las especies” y con eso comenzó una revolución en la observación sistemática de actos y conductas, con lo cual se creó la psicología experimental, es decir, el estudio de la conducta animal y humana en condiciones controladas.
Hacia finales del siglo XIX, continúa el texto de la UPB, “se fortalecieron los intentos de relacionar los conceptos biológicos con los psicológicos en el estudio de la conducta”. Fue Franz Gall, médico y neuroanatomista, quien propuso que “el encéfalo es un órgano de la mente y que el córtex cerebral no es homogéneo sino que contiene centros particulares que controlan funciones mentales específicas”.
A esta distinción se le conoce como la teoría de la localización, establece Simpson (2005), según el texto citado en este resumen. Gall erró en la función de la mayoría de las partes del córtex, pero sus ideas tuvieron gran impacto sobre las generaciones futuras, tanto así que junto con sus seguidores fundó la Frenología para tratar de correlacionar la personalidad con las características del cráneo.
El debate alrededor de las teorías de Gall provocó que otros científicos experimentaran con el cerebro de animales, provocándole lesiones y observando las consecuencias. Así nació la Neurociencia Experimental, en donde fueron determinantes los trabajos de Pierre Florens, que intentó determinar por medio de experimentos con encéfalos animales la contribución relativa de diferentes partes del sistema nervioso a la conducta.
La conclusión fue que “todas las regiones del encéfalo, participan en cada función mental” (s/p), lo que lleva por nombre “teoría del campo agregado”, la cual se mantuvo hasta que fue cuestionada por Hughlings “quien demostró que diferentes procesos sensoriales y motores se localizan en diferentes partes del córtex cerebral”. (s/p)
Ya en el siglo XX, los científicos Ernick, Sherrington y Ramón y Cajal se concentraron en las conexiones celulares, la cual establece que “las neuronas individuales son unidades de señalización del encéfalo; se organizan por lo general en grupos funcionales y se conectan una con la otra de modo preciso” (s/p).
Los trabajos de Ramón y Cajal sobre las neuronas definieron que la meta de la interconexión cerebral es “orquestar la interconexión del comportamiento del organismo con el ambiente externo”. (s/p) Los trabajos más recientes establecen que todos los procesos mentales y procesos psicológicos derivan de operaciones cerebrales y que las combinaciones de genes contribuyen a determinar el comportamiento (Kandel).
En la actualidad, las técnicas de neuroimagen estudian cómo las regiones del encéfalo desarrollan distintas conductas.
Bases empíricas. Distintas disciplinas aportan diversos conocimientos a las Neurociencias. Para la Universidad Pontificia Bolivariana, según el documento, lo más importante es estudiar la memoria y la emoción. Sobre la memoria, continúa la UPB, vale la pena retomar la definición de McGaugh & Gold (1988), quienes afirman que es “la habilidad de aprender y recordar informaciones basadas en experiencias esenciales para la sobrevivencia”. (s/p)
La memoria, agrega el texto, puede ser categorizada y clasificada de acuerdo al tipo de información procesada, en donde están los sistemas de memoria (tiempo transcurrido entre adquisición y evocación de información) de corto (“lábil, icónico y de limitada capacidad de duración” y largo plazo (“abarca grandes cantidades y su contenido puede ser evocado mediante estímulos relacionados”, según Tomaz & Costa, 2001).
Cabe destacar que si la información es útil y significativa para la persona, pasará a la segunda, según la UPB. En la memoria de largo plazo se tienen dos clasificaciones: declarativa (“información que el individuo puede referir de manera verbal”) conscientemente y no declarativa (información que se revela a través del comportamiento y se expresa en conductas).
Pero además, la memoria declarativa puede clasificarse en dos subtipos: memoria semántica (información que se obtuvo fuera de contexto) y memoria episódica (datos autobiográficos”), según lo establecido por Tulving (1972). El texto también subraya la importancia del olvido, una herramienta muy útil para el sistema de memoria humano, pues con él se desechan los detalles no importantes.
El documento menciona la importancia de las emociones como “facilitadoras o inhibidores de los procesos de memoria”. Según el texto de la UPB, Lang (1995) define a la emoción como “el conjunto de sentimientos positivos o negativos producidos por situaciones específicas, que involucran la integración de componentes fisiológicos, comportamentales y cognitivos”. (s/p)
Estudios de Frank y Tomaz (2003), agrega el texto, demuestran que la activación emocional influye en la retención mnemónica a largo plazo, por ejemplo. Mientras tanto, sintetiza el documento de la UPB, LeDoux (1993) afirma que las emociones son “respuestas conductuales, autonómicas y hormonales organizadas, que implican la vinculación de los procesos cognoscitivos para lograr una adecuada interpretación de los estímulos y situaciones ambientales”, para actuar responsivamente a situaciones, incluso de amenaza para el organismo.
En ese tenor, la amígdala juega un papel fundamental con respecto a las emociones y se define como “una estructura cerebral que está localizada en los lóbulos temporales y se encuentra conformada por varios grupos de núcleos”. (s/p) El núcleo central es el que “está involucrado en el desarrollo de conductas y respuestas emocionales condicionadas, provocadas ante la presentación de estímulos aversivos”, mientras que el núcleo basolateral “es el núcleo amigdalino más importante para el almacenamiento de la memoria emocional”, según la UPB. El texto también subraya que el complejo amigdalino participa de forma distinta en los géneros.
Finalmente, el material aborda el sistema de memoria emocional, “involucrada en el aprendizaje y almacenamiento implícito o inconsciente de información correspondiente al significado emocional de los eventos”, según LeDoux (1993). Dicho campo de estudio ha sido muy activo, demostrando, por ejemplo, que “eventos y contenidos con características emocionales perduran en la memoria por mucho más tiempo que otros menos llamativos, proporcionando una menor posibilidad de olvido” (Baddeley, 1999) (s/p).
En pocas palabras, “las características de orden emocional y afectivo, especialmente la intensidad del estímulo, juegan un papel relevante a la hora de observar el incremento y decremento de recuerdos relacionados con situaciones particulares”, menciona la UPB. (s/p) Sin embargo, otros estudios han demostrado lo contrario: que un trauma emocional puede provocar la amnesia o que el estrés continuo provoca deterioro estructural hipocampal.
Conclusión
Este texto revela la importancia de las Neurociencias como un campo de estudios con un amplio panorama de aplicaciones prácticas, tanto de mejoramiento social ligado a la salud como de otras aplicaciones en donde las emociones y la memoria juegan un papel relevante (marketing).
Si bien es un texto científico que no realiza juicios de valor, puede ser considerado como sumamente útil– tanto por su visión panorámica como por su uso de distintas fuentes–para comenzar a comprender la complejidad de esta disciplina.
Referencia
Universidad Pontificia Bolivariana. “Neurociencias”. S/f. Descargado de http://www.upbbga.edu.co/filesupb/NEUROCIENCIAS.pdf el 21 de agosto del 2018
En general, la línea del documento es científica. No existe un argumento central que la UPB quiera remarcar sobre los demás, más allá de la panorámica general de las Neurociencias, lo cual se verá a continuación.
Conceptos más relevantes
El texto comienza definiendo lo que son las Neurociencias, término que, de acuerdo con la UPB, es de reciente creación, pues ahí se integran diversas áreas de “investigación científica y de las ciencias clínicas para la comprensión del funcionamiento del sistema nervioso (Rocha-Miranda, 2001)”, afirma el documento. (s/p)
Después agrega: “Las Neurociencias cobijan un área del conocimiento que se encarga del estudio del Sistema Nervioso desde el funcionamiento neuronal hasta el comportamiento”. (s/p) El texto resume el objetivo de estas ciencias de la siguiente manera:
El propósito principal de las Neurociencias es entender cómo el encéfalo produce la marcada individualidad de la acción humana. Es aportar explicaciones de la conducta en términos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están incluidas por el medio ambiente, incluyendo la conducta de otros individuos [Kandell, Schwartz & Jessell, 1997]. (s/p)
La Neurociencia es, entonces, algo interdisciplinar que requiere de una comprensión holística para entender su utilidad. Ahí participan expertos en áreas físicas, clínicas y poblaciones para efectuar distintos abordajes, señala el texto, desde como envejecimiento y muerte neuronal hasta funciones mentales superiores, como memoria y aprendizaje, cognición, emociones, lenguaje, estados de conciencia, afirma el texto.
Bases epistemológicas. En la siguiente sección, el texto resume la historia científica de la Neurociencias, es decir, cómo se formó el conocimiento de dicha área. Citando a Kandell (1997), el texto de la UPB afirma que en la antigüedad el cerebro no era objeto de estudio y aún no se conocía como “genitor de la conducta humana”, sino que más bien que se consideraba que “la mente residía en los espacios ventriculares del cerebro”.
Dicha teoría se inició en el siglo 4 d.C., sigue el texto, cuando la Iglesia Católica incorporó lo dicho por el romano Galeno (130-200 d.C.). En ese tenor,
Las funciones cerebrales fueron atribuidas a los ventrículos cerebrales y en todas las versiones de esta doctrina se consideró un esquema básico de distribución de las funciones mentales en tres etapas sucesivas correspondientes a las tres “células” ventriculares [anterior, mediana y posterior]. (s/p)
La primera de las células colecta de impresiones del ambiente (las sensaciones); la segunda, el procesamiento de las impresiones en imaginación o pensamiento; y la tercera, su almacenamiento en la memoria, afirma el texto de la UPB.
Tal fue la influencia de Galeno que hasta el siglo XVIII, antes de que se inventara el microscopio, “se creía que el tejido nervioso tenía una función glandular”, retoma la UPB a partir de lo dicho por Herculano-Houzel (2004). En el siglo XIX nació la Biología y Darwin publicó su trabajo “Sobre el origen de las especies” y con eso comenzó una revolución en la observación sistemática de actos y conductas, con lo cual se creó la psicología experimental, es decir, el estudio de la conducta animal y humana en condiciones controladas.
Hacia finales del siglo XIX, continúa el texto de la UPB, “se fortalecieron los intentos de relacionar los conceptos biológicos con los psicológicos en el estudio de la conducta”. Fue Franz Gall, médico y neuroanatomista, quien propuso que “el encéfalo es un órgano de la mente y que el córtex cerebral no es homogéneo sino que contiene centros particulares que controlan funciones mentales específicas”.
A esta distinción se le conoce como la teoría de la localización, establece Simpson (2005), según el texto citado en este resumen. Gall erró en la función de la mayoría de las partes del córtex, pero sus ideas tuvieron gran impacto sobre las generaciones futuras, tanto así que junto con sus seguidores fundó la Frenología para tratar de correlacionar la personalidad con las características del cráneo.
El debate alrededor de las teorías de Gall provocó que otros científicos experimentaran con el cerebro de animales, provocándole lesiones y observando las consecuencias. Así nació la Neurociencia Experimental, en donde fueron determinantes los trabajos de Pierre Florens, que intentó determinar por medio de experimentos con encéfalos animales la contribución relativa de diferentes partes del sistema nervioso a la conducta.
La conclusión fue que “todas las regiones del encéfalo, participan en cada función mental” (s/p), lo que lleva por nombre “teoría del campo agregado”, la cual se mantuvo hasta que fue cuestionada por Hughlings “quien demostró que diferentes procesos sensoriales y motores se localizan en diferentes partes del córtex cerebral”. (s/p)
Ya en el siglo XX, los científicos Ernick, Sherrington y Ramón y Cajal se concentraron en las conexiones celulares, la cual establece que “las neuronas individuales son unidades de señalización del encéfalo; se organizan por lo general en grupos funcionales y se conectan una con la otra de modo preciso” (s/p).
Los trabajos de Ramón y Cajal sobre las neuronas definieron que la meta de la interconexión cerebral es “orquestar la interconexión del comportamiento del organismo con el ambiente externo”. (s/p) Los trabajos más recientes establecen que todos los procesos mentales y procesos psicológicos derivan de operaciones cerebrales y que las combinaciones de genes contribuyen a determinar el comportamiento (Kandel).
En la actualidad, las técnicas de neuroimagen estudian cómo las regiones del encéfalo desarrollan distintas conductas.
Bases empíricas. Distintas disciplinas aportan diversos conocimientos a las Neurociencias. Para la Universidad Pontificia Bolivariana, según el documento, lo más importante es estudiar la memoria y la emoción. Sobre la memoria, continúa la UPB, vale la pena retomar la definición de McGaugh & Gold (1988), quienes afirman que es “la habilidad de aprender y recordar informaciones basadas en experiencias esenciales para la sobrevivencia”. (s/p)
La memoria, agrega el texto, puede ser categorizada y clasificada de acuerdo al tipo de información procesada, en donde están los sistemas de memoria (tiempo transcurrido entre adquisición y evocación de información) de corto (“lábil, icónico y de limitada capacidad de duración” y largo plazo (“abarca grandes cantidades y su contenido puede ser evocado mediante estímulos relacionados”, según Tomaz & Costa, 2001).
Cabe destacar que si la información es útil y significativa para la persona, pasará a la segunda, según la UPB. En la memoria de largo plazo se tienen dos clasificaciones: declarativa (“información que el individuo puede referir de manera verbal”) conscientemente y no declarativa (información que se revela a través del comportamiento y se expresa en conductas).
Pero además, la memoria declarativa puede clasificarse en dos subtipos: memoria semántica (información que se obtuvo fuera de contexto) y memoria episódica (datos autobiográficos”), según lo establecido por Tulving (1972). El texto también subraya la importancia del olvido, una herramienta muy útil para el sistema de memoria humano, pues con él se desechan los detalles no importantes.
El documento menciona la importancia de las emociones como “facilitadoras o inhibidores de los procesos de memoria”. Según el texto de la UPB, Lang (1995) define a la emoción como “el conjunto de sentimientos positivos o negativos producidos por situaciones específicas, que involucran la integración de componentes fisiológicos, comportamentales y cognitivos”. (s/p)
Estudios de Frank y Tomaz (2003), agrega el texto, demuestran que la activación emocional influye en la retención mnemónica a largo plazo, por ejemplo. Mientras tanto, sintetiza el documento de la UPB, LeDoux (1993) afirma que las emociones son “respuestas conductuales, autonómicas y hormonales organizadas, que implican la vinculación de los procesos cognoscitivos para lograr una adecuada interpretación de los estímulos y situaciones ambientales”, para actuar responsivamente a situaciones, incluso de amenaza para el organismo.
En ese tenor, la amígdala juega un papel fundamental con respecto a las emociones y se define como “una estructura cerebral que está localizada en los lóbulos temporales y se encuentra conformada por varios grupos de núcleos”. (s/p) El núcleo central es el que “está involucrado en el desarrollo de conductas y respuestas emocionales condicionadas, provocadas ante la presentación de estímulos aversivos”, mientras que el núcleo basolateral “es el núcleo amigdalino más importante para el almacenamiento de la memoria emocional”, según la UPB. El texto también subraya que el complejo amigdalino participa de forma distinta en los géneros.
Finalmente, el material aborda el sistema de memoria emocional, “involucrada en el aprendizaje y almacenamiento implícito o inconsciente de información correspondiente al significado emocional de los eventos”, según LeDoux (1993). Dicho campo de estudio ha sido muy activo, demostrando, por ejemplo, que “eventos y contenidos con características emocionales perduran en la memoria por mucho más tiempo que otros menos llamativos, proporcionando una menor posibilidad de olvido” (Baddeley, 1999) (s/p).
En pocas palabras, “las características de orden emocional y afectivo, especialmente la intensidad del estímulo, juegan un papel relevante a la hora de observar el incremento y decremento de recuerdos relacionados con situaciones particulares”, menciona la UPB. (s/p) Sin embargo, otros estudios han demostrado lo contrario: que un trauma emocional puede provocar la amnesia o que el estrés continuo provoca deterioro estructural hipocampal.
Conclusión
Este texto revela la importancia de las Neurociencias como un campo de estudios con un amplio panorama de aplicaciones prácticas, tanto de mejoramiento social ligado a la salud como de otras aplicaciones en donde las emociones y la memoria juegan un papel relevante (marketing).
Si bien es un texto científico que no realiza juicios de valor, puede ser considerado como sumamente útil– tanto por su visión panorámica como por su uso de distintas fuentes–para comenzar a comprender la complejidad de esta disciplina.
Referencia
Universidad Pontificia Bolivariana. “Neurociencias”. S/f. Descargado de http://www.upbbga.edu.co/filesupb/NEUROCIENCIAS.pdf el 21 de agosto del 2018
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