Ir al contenido principal

Síntesis: Arquetipos e Inconsciente Colectivo (Jung, 1970)


Fuente: http://tormentahild.blogspot.com
En su obra Arquetipos e Inconsciente Colectivo (1970), el psicoanalista suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), inventor de la psicología analítica, detalla la importancia de ambos conceptos para la existencia de toda persona, pues a partir de ellos se pasará de signos, símbolos y representaciones personales (Freud) a manifestaciones grupales que servirán para comprender con mejor detalle las experiencias vivenciales de cada individuo. Los arquetipos (imágenes-tipo) van más allá de “quimeras subjetivas”.

De acuerdo con Jung, la importancia del inconsciente colectivo se revela en los sueños y están ahí por una razón específica: no son conscientes. Es decir, los símbolos de los sueños se asientan sobre la base del inconsciente colectivo. 


Y aunque los símbolos cambian de cultura a cultura y de persona a persona, la base arquetípica es la misma, en donde Platón ya había señalado que la idea es superior y preexistente a toda fenomenalidad, recuerda Jung. Todos los hombres tienen representativas colectivas, nadie se salva de lo que es propio del ser hombre. 

Pero son reprimidas con la más intensa resistencia, mantiene Jung. Esto va en contra del pensamiento moderno que da validez solo a lo externo porque es verificable y que puede comprobarse experimentalmente. Jung recuerda que Aristóteles ganó a Platón, pero ahora, como oleajes en la costa, regresa al hombre moderno una necesidad de conocer su verdadero sustrato. 

“Hay un a priori de todas las actividades humanas y ese a priori es la estructura individual de la psique, estructura innata y por eso preconsciente e inconsciente”. (p. 72) La trae todo recién nacido. Solo aparece como nada oscura porque no podemos verla directamente. 

El hombre posee una psique de su especie, así como todos los otros animales. Es decir, todo está pre-formado. Esto se vislumbra con mayor claridad en la fantasía creadora, en donde los arquetipos surgen espontáneamente. No se heredan las representaciones sino las formas.

En este sentido el animajuega un papel fundamental. Es aquella que impulsa la vida, la parte ígnea de la misma. En los sueños se determinan los opuestos por razones culturales, pero hay figuras arquetípicas que van más allá de esos opuestos que revelan y atraviesan con su luz las “oscuridades caóticas de la vida”, como les llama Jung. 

Los arquetipos van más allá de estos opuestos. Tres arquetipos de los que se habla, esencialmente masculinos, son:sombra, anima, anciano sabio. Para Jung, un arquetipo es una forma típica de conducta que, cuando llegan a ser conscientes, se manifiestan como representaciones, al igual que todo lo que llega ser contenido de conciencia. 

Es algo físico y psíquico, que puede ser analizado. Es decir, la psique es una realidad objetiva, energética. Los arquetipos son ordenadores de representaciones. Esto se hace de forma inconsciente, y solo se conoce a posteriori, dice Jung. 

El material proviene del mundo fenoménico y los arquetipos poseen un aspecto no-psíquico, para eso hay que llegar a la explicación de fenómenos psíquicos de claridad mínima (son una narrativa de cada persona porque solo se entienden a posteriori,y nacen cuando se están en situaciones límite, diferente a la previa).

En este resumen hablaré solo de las siguientes partes de Arquetipos e Inconsciente Colectivo: I. Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo, II. Los arquetipos y el concepto de anima, III. Los aspectos psicológicos del arquetipo de la madre y ahí 1. Sobre el concepto del arquetipo, 2. El arquetipo de la madre y 3. El complejo materno (A. El complejo materno del hijo y B. El complejo materno de la hija, en donde Jung subdivide este índice en i. La hipertrofia de lo materno, ii. La exaltación del Eros, iii. La identificación con la madre y iv. La defensa contra la madre, entre otras que no serán tocadas en este resumen)

Conceptos más relevantes

Jung comienza su texto tomando distancia de Freud. Al respecto del inconsciente, el suizo menciona que éste “se entendía como los contenidos mentales olvidados o reprimidos. En Freud es el lugar de reunión de esos contenidos olvidados y reprimidos, y solo a causa de éstos tiene una significación práctica”. (p. 9) 

Es decir, es algo personal, aunque Freud ya adelanta algo del carácter arcaico-mitológico del inconsciente, advierte Jung, quien opina que el estrato personal descansa sobre el otro más profundo que no se origina en la experiencia y la adquisición personal, sino que se llama inconsciente colectivo, el cual es de naturaleza universal, que son los mismos en todas partes y en todos los individuos. 

“Es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre”. (p. 10) Así, la existencia psíquica se reconoce sólo por la presencia de contenidos conciencializablespor lo que solo es posible hablar de un inconsciente cuando es posible verificar la existencia de contenidos del mismo. 

A los contenidos de lo inconsciente colectivo Jung lo denomina arquetipos versus. los complejos de carga afectiva de la vida íntima. De esto ya habían hablado los clásicos. Es así que “los contenidos del inconsciente colectivo son tipos arcaicos, o mejor aún, primitivos”. (p. 11) En esencia, son figuras simbólicas de la cosmovisión primitiva. 

En las doctrinas tribales primitivas son transmitidas por la tradición, “en general bajo la forma de la doctrina secreta, la cual es una expresión típica de la transmisión de contenidos colectivos originariamente procedentes de lo inconsciente”. (p. 11) 

Otra expresión de los arquetipos es el mito y la leyenda. No son lo mismo. “El arquetipo representa esencialmente un contenido inconsciente que al concializarsey ser percibido cambia de acuerdo con cada conciencia individual que surge”. (p. 11) Y después agrega que “los mitos son ante todo manifestaciones psíquicas que reflejan la naturaleza del alma” (p. 12), pues para el primitivo:

[...] su psique inconsciente tiene un impulso invencible que lo lleva a asimilar al acontecer psíquico todas las experiencias sensoriales externas. No le basta al primitivo con ver la salida y puesta del sol, sino que esta observación exterior debe ser al mismo tiempo un acontecer psíquico, esto es, que el curso del sol debe representar el destino de un dios o de un héroe, el cual en realidad no vive sino en el alma del hombre. (p. 12)

Todos los procesos procesos naturales convertidos en mitos (verano, primavera) son alegorías de esas experiencias objetivas, “expresiones simbólicas del íntimo e inconsciente drama del alma, cuya aprehensión se hace posible al proyectarlo, es decir, cuando aparece reflejado en los sucesos naturales”. (p. 12) Es por eso que “el alma contiene todas las imágenes de que han surgido los mitos y que nuestro inconsciente es un sujeto actuante y paciente, cuyo drama el hombre primitivo vuelve a encontrar en todos los grandes y pequeños procesos naturales”. (p. 12)

Pero Jung advierte que la doctrina tribal es “sagrado-peligrosa”, pues todas las doctrinas secretas tratan de aprehender el invisible acontecer psíquico, y “todas reivindican para sí la autoridad más elevada”. Esto lo hacen todas las religiones grandes del mundo que conocen los secretos del alma, lo expresan en imágenes, en templos y escritos sagrados con imagen y palabra. Pero a medida que es más bella y más grandiosa, más lejos se aparta de lo individual. 

“Podemos penetrar en la imagen con el sentimiento y la sensibilidad, pero la experiencia primaria se ha perdido”, dice Jung. (p. 13) La psicología no surgió antes porque se tenía una fórmula religiosa para las cosas del alma, una forma mucho más bella y comprensiva que la experiencia directa. Pero mientras más habituales son las imágenes, más se desgarran y quedan en superficialidad. Ejemplo, el parto virginal que “ya no da alas a la fantasía filosófica de nadie”. Son meros “objetos de fe”. (p. 13) 

Pero el inconsciente colectivo y sus misterios son mucho más viejos que la Iglesia Católica. Después la Reforma creó una brecha entre las imágenes sagradas. Chocaban con la razón, la cual es la suma de prejuicios y miopías del hombre, afirma Jung. “Las imágenes arquetípicas son ya a prioritan significativas que el hombre nunca pregunta qué podrían en rigor significar. Por eso mueren de tanto en tanto los dioses, porque de repente se descubre que no significaban nada”. (p. 19) 

De esta forma desapareció la fuerza de la Iglesia, por la razón, el protestantismo, y la reforma y sus prácticas iconoclastas, relata. Por eso el hombre moderno europeo busca en otros lugares lo que ha perdido en su continente. Vive con una intranquilidad permanente. Le atrae el Oriente. Esto pasó con los romanos y la religión cristiana, o de otra forma no lo hubieran aceptado. El hombre moderno vive una pobreza de símbolos, recalca el autor. “Nuestro intelecto ha hecho conquistas tremendas, pero al mismo tiempo nuestra casa espiritual se ha desmoronado”. (p. 21)

Así entonces, el intelecto se apoderó del trono que antes ocupaba el espíritu. Pero el intelecto no es padre del alma, sigue Jung. Solo el espíritu es padre del alma. Es aquí cuando profundiza en el agua como símbolo de la oscura psique, como el símbolo más común del inconsciente. 

Esta la sombra arquetípica, es el espíritu del valle, el dragón del agua del Tao. Está ligada al descenso que precede al ascenso de la persona, pues el encuentro con uno mismo implica el encuentro con la sombra. Para atajar el miedo al descenso y a la realización de la totalidad divina (pleroma) que se posa frente al ser humano que desciende y se ve frente al espejo se crean dioses (factores, facere---> hacer). Pero al cruzar la puerta de entrada a la sombra descubrimos con terror que somos objetos de factores, argumenta el psicoanalista.

Por eso, quienes poseen verdadera penetración han entendido ya hace mucho que las condiciones históricas exteriores de cualquier tipo constituyen sólo la ocasión para los peligros realmente amenazadores de la existencia, es decir para las ilusiones políticas, las que han de ser entendidas no como consecuencias necesarias de condiciones externas sino como imposiciones de lo inconsciente. (p. 29)

Es por eso que “fue necesario un empobrecimiento sin igual del simbolismo para volver a descubrir a los dioses en forma de factores psíquicos, o sea, como arquetipos”. (p. 29) 

Nuestro consciente oculta agua vivificada, es decir, espíritu que se ha vuelto naturaleza, despertando así a lo inconsciente. Pero en el agua hay ondinas, seres femeninos de un grado más instintivo que el anima. En la modernidad se le proyecta como un súcubo, como algo erótico peligroso. Pero la verdad no lo es, opina Jung.

¿Qué es el anima? 

Para Jung, es alma, algo maravilloso e inmortal. Es como una mariposa que bambolea y busca solo miel y amor. Es el “hálito fresco”, ígnea y seca. Un ser animado es un ser vivo. “El alma es lo vivo en el hombre, lo vivo y causante de vida por sí mismo”. (p. 32) Por eso “el tener alma es el atrevimiento de la vida, porque el alma es un demonio dispensador de vida”. (p. 33) 

El animaes solo un arquetipo entre muchos otros. No lo abarca todo. Es solo una parte de lo que caracteriza al inconsciente. “Al querer al animala vida quiere lo bueno y lo malo”. (p. 34) Está más allá de la estética y la moral. Está más allá de todas las categorías. Es diosa o bruja o Reina del Cielo. Ejemplo de que existe, según Jung: cuando un anciano de 70 años toma por pareja a una joven de 20 años. 

En el pasado se hubiera matado a esa joven por bruja, pero en realidad es el impulso vital de todo hombre. El animase relaciona con las mujeres porque más allá del aparente caos, tienen sabiduría, precisa el autor, pues la vida es desatinada, se le debe tomar con risa, nada tiene significado. En todo caos hay cosmos. Todo lo que actúa descansa sobre su opuesto.

Después Jung habla del anciano sabio, aquel está más allá de las convenciones sociales, pero que tiene un papel fundamental para enseñar a los más jóvenes lo importante en su condición existencia. Junto con el animay la sombra (agua), representan los tres arquetipos fundamentales. 

Cada uno surge a causa de precondiciones psicológicas diferentes, diferencia Jung, pues “el proceso simbólico es un vivencia en imagen y de la imagen….El peligro principal es sucumbir al influjo fascinador de los arquetipos. Las mayores posibilidades de que esto suceda se dan si uno no toma conciencia de las imágenes arquetípicas”. (p. 45) 

La neurosis es otro de esos peligros, pues provoca una disociación. Pero si el individuo logra avanzar de ella mediante el uso de los arquetipos de forma natural “el individuo llega a ser lo que siempre fue”, afirma Jung. Sin embargo, el reconocer los contenidos del inconsciente, como hacen muchos psicólogos con sus pacientes, no significa que una persona obrará en consecuencia, pues la curación de la neurosis es un problema moral, sintetiza.

Como los arquetipos son, al igual que todos los contenidos numerosos, relativamente autónomos, no pueden ser integrados en forma simplemente racional, sino que requieren un método dialéctico, es decir una verdadera discusión. A menudo el paciente desarrolla esta discusión en forma de dialogo, con lo cual realiza sin saberlo la definición alquimista de la meditación…como coloquio interno con su ángel bueno. Por regla general este proceso tiene un desarrollo dramático con muchas peripecias. 

Lo expresan o lo acompañan símbolos oníricos, que son afines a estasrepresentacions collectives, que desde siempre han representado procesos psíquicos de transformación en forma de temas mitológicos. (p. 47)

Seguidamente, Jung habla sobre los arquetipos y el concepto de anima. De nuevo, critica a Freud al afirmar que su trabajo como psicólogo une la teoría con el método. Jung, en cambio, establece que si queremos comprender qué es la psique tenemos que incluir en nuestra comprensión al mundo, pues existe algo que no podemos tocar pero que sabemos que está ahí. En pocas palabras, somos ignorantes con respecto a la naturaleza del alma. 

La psique es algo sui generis, “no epifenómeno”. Como ejemplo, pone a Demócrito y su teoría de los átomos. Para esto nos ayudan los arquetipos: “imágenes primordiales, que nunca son reflejo de sucesos físicos sino productos propios del factor anímico….El alma traduce el proceso físico en una serie de imágenes, que con frecuencia tienen una conexión apenas reconocible con el proceso objetivo”. (p. 53) 

Y después: “La psicología científica debe dejar a un lado los pros y contra filosóficos, condicionados por el tiempo, y ver como proyecciones esas intuiciones trascendentales que han brotado en todos los tiempos del alma humana…debe verlas como contenidos psíquicos que han sido llevados a un espacio metafísico e hipostasiados”. (p. 55) 

Un ejemplo de esto son las syzygias, seres andróginos divinos que brotan de las aguas del inconsciente y que producen miedo en la persona. Pero en realidad, delimita Jung, esto sucede por las proyecciones de cada individuo, la cual es “un proceso inconsciente, automático, por el cual un contenido inconsciente para el sujeto es transferido a un objeto, de modo que este contenido aparece como perteneciente al objeto”. (p. 55) 

Nunca se proyecta lo consciente, sino que las proyecciones son previas y solo a posterioridad se les conoce. Ejemplo: una pareja de dioses es en realidad una pareja humana perfecta. Otro ejemplo: padrinos = pareja de dioses.

Ahora bien, el anima está en todas las relaciones del hombre. Afemina el carácter del hombre y lo hace sensible. Esto hace que difunda malestar en su más amplio círculo. El hombre debe liberarse del anima representado por la madre (los homosexuales y artistas casi nunca o logran, precisa Jung) a eso de los 35 años. 

Después de la mitad de la vida, sin embargo, la pérdida permanente del ánima representa una “creciente pérdida de vitalidad, flexibilidad y humanidad...Se debe, por eso, restablecer en el mayor grado que sea posible la conexión con la esfera vivencialmente arquetípica”. (pp. 66-67)

Finalmente, resumiré las ideas de Jung sobre los aspectos psicológicos del arquetipo de la madre. En este aspecto, la figura que aparece en todas las culturas es la “Gran Madre”. 

Pero el arquetipo de la madre aparece en toda mujer con la que el hombre tiene relación: madre, suegra, madrastra, pareja, aya, niñera, diosa, virgen, iglesia, tierra, luna, inframundo, animales, flor de loto. Todos estos símbolos pueden tener un significado positivo o negativo para el hombre (bruja, serpiente). Arquetipo de la madre: lo materno, la sabiduría, protector, bondadoso, fértil. 

Para el hombre, la imagen de la madre siempre está mezclada con el arquetipo del anima. Hay madre amante y madre terrible. Ahora bien, el complejo materno se presenta si los niños de una madre exagerada en los cuidados sueñan con ella y la ven como un animal malo o bruja, esa vivencia establece una disociación en el alma infantil y sienta de eso modo la posibilidad de la neurosis, dice Jung. 

En el complejo materno del hijo el hombre se destila por la homosexualidad o donjuanismo y a veces también la impotencia. En el primero, el componente heterosexual se adhiere en forma inconsciente a la madre; en el donjuanismo se busca inconsciente a la madre en todas las mujeres, pues en el hombre la madre es el primer ser femenino que encuentra al futuro hombre y alude a la masculinidad del hijo. (p. 73) 

Aún así, el donjuanismo no es todo malo (masculinidad resuelta, búsqueda las más altas metas), así como tampoco lo es homosexualismo (amistad con las mujeres). Seguidamente, Jung habla del complejo materno en la hija (pp. 74-85). 

Este se puede decantar por una 

  • Hipertrofia de los materno (una mujer que solo piensa en procrear, dependiente por completo de los hijos, en donde el Eros se manifiesta como poder); 
  • La exaltación del Eros (cuando la hija tiene una relación incestuosa con el padre y salta de relación en relación con hombres casados, dispuesta a trastornar sus matrimonios); 
  • Identificación con la madre (cuando la personalidad de la hija es proyectada sobre la de la madre, se vuelve su apéndice, quedando inconscientes tanto el instinto materno como el Eros, quitando la vida a la propia hija, aunque ésta acaba por convertirse en un tirano de la madre); 
  • La defensa contra la madre (todos los instintos de la hija están concentrados contra la madre en forma de defensa, contra el predominio de la madre, se casa para librarse de la madre, rechaza todo: la madre como familia, útero, materia y desarrolla su inteligencia al máximo para crear una esfera de influencia en la cual no aparezca la madre. 

No lo hace para impresionar a un hombre, sino para destruir el poder de una madre).

Referencia

Jung, C.G. (1970). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Barcelona: Paidós.


Comentarios