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Síntesis: EEG y cognición (Neurociencias cognitivas, 2003)

En este texto de corte eminentemente científico, los autores Fernández y González describen el funcionamiento y el uso del electroencefalograma en referencia a la actividad eléctrica cerebral detectada por medio de esta tecnología. 

Los autores incluyen su capítulo “EEG y cognición” en el libro Texto de neurociencias cognitivas (2003). La división por subíndices del texto se realizó de la siguiente manera: ¿Qué es el EEG?, Inspección visual del EEG, Análisis cuantitativo del EEG,

Factores que afectan al EEG, Cambios observados en el EEG durante la realización de actividades mentales, Cambios en la actividad y Otros métodos de análisis.

Conceptos más relevantes


De acuerdo con los autores, el EGG es una herramienta que pertenece a los estudios electrofisiológicos, junto con potenciales relacionados a eventos (PRE), tomografía por emisión de positrones (TEP), y resonancia magnética nuclear funcional (RMNf), len donde se determinan qué regiones de sistema nervioso central “se activan” durante la realización de ciertas tareas, mediante la medición de flujo cerebral sanguíneo.

Ahora bien, ¿qué es un electroencefalograma? De acuerdo con los autores, “es el registro de la actividad eléctrica cerebral medida sobre el cuero cabelludo” (p. 352). Para realizar esto se  colocan electrodos en el cuero cabelludo con un orden específico (el más usado es el Sistema Internacional 10-20). 


A esto se le llama un “montaje”. Los electrodos se ponen manualmente o mediante un gorro. Estos aparatos están hechos de un metal de alta conductividad y se ponen en contacto con el cuero cabelludo utilizando alguna sustancia conductora como medio de fijación. 

Si el electrodo envía una señal eléctrica se llama “activo”; de otra forma, se nombra “inactiva”. Dicha señal se envía a un amplificador diferencial, al cual llegan señales de referencia (inactivas). El amplificador muestra la diferencia de voltaje entre las dos zonas de actividad o entre la actividad y la de referencia (bipolar vs. referencial). Cabe señalar que no hay un acuerdo para la colocación del electrodo en una zona “inactiva”.

La forma de medir esas zonas activas se realiza mediante una máquina adicional. “La señal continua amplificada, que representa la inferencia de voltajes que ocurre en el transcurso del tiempo, puede dibujarse en papal o pasar a un convertidor analógico digital cuya función es convertida en una señal discreta”, comentan los autores (p. 353). A esto se le conoce como periodo de muestreo. 


A mayor número de bits, mayor exactitud tendrá la representación de EEG. “El resultado final de un registro del EEG es la secuencia de oscilaciones en la diferencia de voltaje entre dos electrodos en función del tiempo; estas oscilaciones son producidas por los campos posinápticos que se generan en el cerebro”. Hay cuatro ritmos distintos:

• Delta (4Hz): actividad dominante en los dos primeros años de vida . Sueño de ondas lentas.

• Tau (4 a 7.5 Hz): se observe en la infancia y decrece con la edad. No se ha encontrado evidencia en el hipocampo de humanos, a diferencia de los animales. Desaparece cuando se lesiona el septo.

• Alpha (de 8 a 13 Hz): se identifica con adultos en reposo, con los ojos cerrados y desaparece al abrir los ojos. Se bloquea por estimulación visual y auditiva y durante la actividad mental. La coherencia alpha corticocortical está incluida por la actividad de neuronas talámicas.

• Beta (mayor a 13Hz). en general, corresponde a rápidos potenciales electroencefalográficos que ocurren durante periodos de gran nivel de activamiento.

Con la inspección visual del EEG se aprende a identificar variaciones normales del EEG con la edad para comparar después este patrón preestablecido con el registro del paciente que está observando. El análisis cuantitativo del EEG se puede hacer por banda estrecha, es decir, por cada una de las frecuencias. También se puede hacer mapeo cerebral del EEG

Diversos factores que afectan al EEG, de acuerdo con los autores. Recalcan que es imposible controlar absolutamente todo cuando se hace esta medición. Los factores que sí se pueden controlar son: edad, sexo, nivel sociocultural, coeficiente intelectual, fase del periodo menstrual, antecedentes biológicos de riesgo y algunas variaciones circadianas. 


Sin embargo, no se puede controlar: apertura de ojos de la persona, sueño, nivel de alteramiento en el estado de vigilia, actividad eferente, actividad cognitiva y la dificultad de la tarea, afectividad asociada a la tarea, y el estilo cognitivo individual.

Pero además los cambios observados en el cuero cabelludo no son siempre los de la corteza cerebral subyacente, detallan. Para saber esto se debe hacer el “análisis de fuentes” y análisis de dipolos.


“Esto consiste en determinar los generadores de corriente en el cerebro a partir del EEG registrado en el cuero cabelludo; este problema se conoce como 'problema inverso' y no tienen solución única” (p. 368). 

Al respecto, para hacer un análisis de fuentes se necesita contar la imagen del cerebro, el cráneo y la piel de la cabeza del sujeto, las cuales pueden observarse por resonancia magnética, tomografía axil computarizada o alguna otra técnica de imagen.

Conclusión

Considero que el artículo es muy valioso para enseñar los elementos indispensables del EEG a todos aquellos que no son expertos en el área. A pesar del lenguaje técnico, es posible entender la valía de este instrumentos en las neurociencias. Sin embargo, aún hay mucho que investigar al respecto. Coincido con los autores cuando concluyen que:

A pesar de todas las limitaciones que se han referido en este capítulo en relación con el estudio del electroencefalograma durante a ejecución de tareas mentales, el bajo costo de este técnica, su carácter no invasivo y el desarrollo constante de nuevos métodos de análisis continúan favoreciendo su uso en las práctica clínica cotidiana y en el campo experimental de las neurociencias cognitivas. (p. 369)

Referencia

Fernández, T. y González, A. (2003). EEG y cognición. En Álvarez, V.M. y Gumá, E. (Eds.), Texto de neurociencias cognitivas (pp. 351-370). México: UNAM.

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