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Mostrando entradas de noviembre, 2011

La Batalla

Eso que ven dibujado arriba es mi calentador de agua. Es un hijo de puta. Trato de no preocuparme por lo que no puedo controlar. Lo juro. Es una técnica que he me ha llevado décadas depurar. Mi naturaleza es controladora y tratar de controlar a alguien es la vía más directa al cadalso. Yo lo he hecho, tú lo has hecho. Todos lo que en algún momento creyeron que en su inmensa bondad e inteligencia sabían el camino correcto que debía tomar la otra persona. Hay pocas cosas que sé de la vida. Muy pocas. Esa es una de ellas. De eso estoy seguro y no he visto nada que me demuestre lo contrario. Pero aquí es donde pinto mi raya. Nadie nunca hubiera creído que un boiler de 20 litros tuviera tanta voluntad para hacer exactamente lo que quiere y en el momento peor indicado. Todos los días me meto a bañar. Prendo el agua caliente. Espero. "En cualquier minuto se activará el calentador", pienso. "Hay que estar listo". Así que me quedo al lado del agua fría que cae y cae y cae y

Todo está en el nombre

Así que buscas un nombre para tu hijo. O hija, que en este contexto es importante. Tienes las primeras referencias en tu familia. Los nombres de tus parientes, tu padre, tu madre, la tía que te cae bien. En la búsqueda de nombres ese nivel es importante. Pero hoy hay que ser creativos. Distintos. Frescos. Innovadores. Ser avant garde . Ser cool. En el nombre está la persona, dicen. Lo define, lo diferencia del Otro, le da identidad. Ahí va todo. Así que decides comprar libros de nombres de bebés para darte una buena idea de las miles de opciones que hay allá afuera. Y te topas con miles de opciones: los que te venden en Sanborns, los que hay en casa de tu tía abuela, los que seguro le regalan a la embarazada. La industria es fuerte. (Otras personas deciden nombrar a sus hijos de acuerdo con novelas que estén leyendo en ese momento, pero en México eso es casi un privilegio de aristócrata y no tiene representación estadística). Y dentro de todo el Universo de miles de libros