¿Qué necesita pasar para darte cuenta de que la perfección no existe? En nada. No aquí, no en lo que haces, no en lo que aspiras. En nada. Una amiga solía exigir que todo el arte que hiciéramos fuera impoluto. Para ella, en su cabeza, sí que existía la perfección. Para mí no y eso provocaba peleas titánicas.
“Ya está”, le decía. “Pero Edu, todavía se corta aquí. La luz no está bien acá. Lo tenemos que dejar perfecto”. (Resoplido mío) “Así como está, se ve bien. Se ve natural”. “No, Edu. Está mal. Si no lo quieres terminar tú, yo me quedo hasta dejarlo perfecto”. (Resoplido más fuerte) “La perfección no existe”, le dije. “Te mintió quien lo te lo dijo en la escuela”. “Lo sé, pero quiero acercarme a ella lo más que pueda”, respondió. “¿Por qué?” “Porque así soy”.
Fin de la discusión. No he vuelto a levantar el tema, pero sigo creyendo lo mismo. La perfección no existe. Y si existiera, sería absolutamente insoportable. No hay manera de relac